Foto: Istock.
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Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por una chita frita con arrocito graneado, papas doradas y ensalada de lechuga. Para tomar pidió una jarra de chicha morada. “María, hoy para muchos lo más importante son las apariencias, la exhibición de lujos, de dinero. Los valores se han trastocado. Y usan hasta las redes sociales para hacer estos alardes que son de mal gusto. Se desesperan por exhibir una camioneta 4x4 o mostrar a todos que viajaron de vacaciones fuera del país. Cuando lo verdaderamente importante es tener una familia bien constituida en la que reinen el amor y el respeto, con hijos bien educados.

Ahora los desubicados se matan por tener el carro del año, el celular de 6 mil soles o poseer la membresía de un club de playa. Viven aparentando, mostrando muchas veces algo que no son. Y no pocos tratan de conseguir el dinero como sea. Así sea delinquiendo, robando al Estado o extorsionando. Por eso, casi todas las noticias de nuestro país tienen que ver con corrupción en el gobierno.

Por eso aparecen los ‘Chibolín’, como antes lo fueron los Vladimiro Montesinos. Esta situación se da en muchos casos porque los padres están dejando de cumplir su rol formativo. Antes eran los padres quienes educaban a sus hijos en valores. Ahora son los medios de comunicación, desde internet a las redes sociales, el cine o la música, los que sirven de ejemplo o modelo a los jóvenes. Y también la calle, allí donde abundan delincuentes de todo tipo.

Los padres no pueden dejar de lado la tarea de moldear a sus hijos, lo que deben hacer con firmeza, respeto y amor. No eduquemos a los chicos dejándolos creer que lo merecen todo. Hay que hacer que se esfuercen para que consigan lo que desean. Que tengan responsabilidades y las cumplan.

Por ejemplo, deben ayudar en la limpieza de la casa, a cocinar o lavar. Nada de estar de vagos. También es importante enseñarles a tener paciencia y la importancia del ahorro. Deben entender que obtener cosas requiere de trabajo honrado y tiempo. Hay que enseñarles a respetar a los mayores y a la autoridad”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.

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