Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por unas cachemas fritas con papitas doradas, ensalada criolla, jugo de limón y, para tomar, un emoliente al tiempo. “María, veía un informe de Kantar en el que se señala que este año los hogares peruanos terminarán gastando ¡¡652 millones de soles en ingredientes para preparar postres, como mantequilla, margarina, harinas, leches y otros!!
En el Perú nuestras abuelas y madres siempre han hecho ricos dulces, pero con las restricciones sociales debido a la pandemia, miles de peruanos comenzamos a quedarnos más en casa.
Entonces, las mamitas, las esposas, los hijos comenzaron a preparar más queques y tortas como tres leches, selva negra, torta helada, leche asada, mazamorra morada, arroz con leche, alfajores, piononos, pie de limón, pastel de choclo, champús, crema volteada, chapanas, picarones, milhojas y muchas delicias más. Es que la cocina nos une y los postres, en ese sentido, son especiales, pues van más allá del aspecto alimenticio, como el almuerzo, cuyo objetivo es nutrirnos.
Los postres se ingieren por puro placer. Igual es la parte de la preparación, que es un verdadero entretenimiento, especialmente para los más chicos del hogar. La investigación señala que la costumbre de hacer más postres en casa llegó para quedarse, pues ahora, aunque ya se puede salir casi sin restricciones, los peruanos pasan más tiempo en la cocina.
Y un dato a tener presente es que ocurre en todos los estratos sociales, desde los más humildes hasta los que tienen más. Esto abre nuevas posibilidades de ingresos económicos, pues muchas personas se dieron cuenta de que tienen talento para la repostería y comenzaron a vender sus productos primero entre familiares y amigos, y los hay quienes ya los comercializan en tiendas y otros locales.
También se pueden hacer tutoriales de preparación de recetas en plataformas de internet como YouTube, a las que cada vez más personas recurren para aprender a cocinar. La importancia de la familia es enorme para que los hijos sean personas de bien y, en ese sentido, la cocina, y la repostería en este caso, puede jugar a favor del fortalecimiento de lazos entre padres e hijos.
Ese compartir en la cocina y luego al saborear juntos lo preparado brindan momentos inolvidables. Eso sí, hay que disfrutar los dulces con mucho cuidado, sin excederse, para no sufrir de sobrepeso y conservar la buena salud. En todo caso, la familia igualmente puede hacer junta diferentes ejercicios físicos, pues el sedentarismo nos puede causar grandes males”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.
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