Padres ancianos
Padres ancianos

Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un sudado de corvina rosada servido con arrocito blanco, rodajas de limón y rocoto molido. Para tomar pidió una jarrita de limonada frozen. “María, da pena decirlo pero a veces la codicia, la falta de valores y la envidia son capaces de enemistar de por vida a hermanos, padres e hijos. Esto sucede muchas veces cuando los hijos empiezan a repartirse las propiedades de los papás, sea que estos hayan muerto o aún sigan con vida. Estos malos hijos son como unos buitres que se lanzan sobre las casas, carros, terrenos y hasta las joyas de sus progenitores, muchas veces cuando estos aún no se han ido. Otros esperan que sus papás se mueran para arrasar con todo y hasta se meten juicio con los hermanos para ver quién se queda con la mejor parte.

He visto casos de malas personas que les quitan la casa a sus ancianos padres y otros que nunca los visitan y menos les dan una propina, pero cuando fallecen recién aparecen para quedarse con los bienes. Por eso, pienso que las personas deben gozar bien de sus últimos días, viajando, comiendo rico, viviendo a cuerpo de rey con el producto de su trabajo de años.

Una buena alternativa es la llamada ‘hipoteca inversa’. El anciano pide un préstamo a una entidad financiera, pero este recién se empieza a pagar a su muerte. Si el hijo quiere heredar la propiedad, primero debe pagarle al banco. No le saldrá gratis. De esa manera, el papá gozará de su esfuerzo y no le dejará así nomás su casa o terrenos al hijo vago o bueno para nada. Con darles la mejor educación, alimentación y salud, ya cumplieron. ¿Por qué deben cargar con mangansonazos de treinta, cuarenta o cincuenta años? Pienso en los hijos de Augusto Ferrando, que hasta eran abuelos, y así le pedían dinero al exanimador y hasta se molestaban si no les daba. Por eso, hay que criar bien a nuestros niños, darles valores y buenos ejemplos. Asimismo, enseñarles a valerse por sí mismos para que la vida los trate bien, y no sean mantenidos toda la vida”. Me voy, cuídense.

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