Kimberly García. (Foto: EFE)
Kimberly García. (Foto: EFE)

Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por unos fettuccinis a la huancaína con chanchito al horno. Para calmar la sed pidió una jarrita de chicha morada. “María, tremendo orgullo la participación de las marchistas , quienes llegaron en los puestos 16, 12 y 8, respectivamente, en la prueba de 20 kilometros de los Juegos Olímpicos de París.

Por eso me molesta que haya gente amargada e injusta que en redes sociales critique a la primera por no haber conseguido ninguna medalla en ese torneo. Hay que recordarles que Kimberly es ¡dos veces campeona mundial de esa disciplina! Es decir, que le ha dado lauros impensables a nuestro país, más aún con el poco apoyo que el Estado otorga a los deportistas de alto nivel.

Gracias a Dios, la empresa privada la apoya para que pueda entrenar con comodidad, cosa que no pasa con los demás atletas. Tal vez muchos no sepan cuál es la rutina y vida de deportistas como nuestra marchista.

Para empezar, se levantan de madrugada para entrenar todos los días. Luego se van a estudiar o trabajar. Es decir, no viven del deporte. Deben hacer otras cosas para subsistir. Y no tienen la vida del común de la gente. No pueden comer lo que deseen, solo alimentos balanceados y bajo un estricto régimen. Menos se pueden amanecer en fiestas o hacer desarreglos.

Es toda una forma de vida, con mucho sacrificio de por medio. En lugar de atacarla, deberían apoyarla para que en la próxima justa olímpica sí pueda traer una medalla para el país, que tanta falta nos hace.

Hoy, el surfista nacional Alonso Correa disputará con el francés Kauli Vaast, desde el mediodía, su pase a la final por la medalla de oro. Todo el Perú estará con él. Alonso, como Kimberly, Mary Luz y Evelyn, se preparó para este día durante años.

Incluso, semanas antes viajó con su dinero a Tahití, donde se realiza la competencia, para conocer las olas y establecer su plan de trabajo. Un aplauso para ellos y todos nuestros atletas. Si todos tuviéramos su disciplina y ética de trabajo, otro sería el Perú”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.

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