Mi amigo Gary llegó al restaurante por su lomito al jugo con arrocito blanco, rocotito molido y su refresco de maracuyá.
“María, el Gobierno ha asestado un golpe al corazón de la minería informal, esa actividad ilegal que contamina, mata animales y plantas, desaparece bosques, lagos y borra todo vestigio de vida sobre la faz de la tierra. Un pelotón de más de mil 500 policías y 300 militares bien apertrechados, encabezados por fiscales, incursionaron por sorpresa en ‘La Pampa’, en Tambopata, Madre de Dios. Es una zona plagada de campamentos mineros donde el ron y la cerveza corren a raudales y se observan inmensas zanjas y cráteres que parecen llagas y tumores malignos en la tierra.
Allí los ríos donde antes discurría agua cristalina y eran el hábitat de peces, camarones y ranitas cantoras, ahora solo almacenan una masa barrosa color ocre y marrón donde nunca más habrá vida. ‘La Pampa’ está a la altura del kilómetro 118 de la carretera Interoceánica, cerca de la frontera con Brasil. Allí, hace más de una década, empezó la fiebre del oro, que atrajo como moscas a propios y extraños. Inescrupulosos comerciantes empezaron a instalar campamentos y lavaderos de oro, donde se utiliza mercurio y cianuro, elementos que en contacto con el medio ambiente se transforman en potentes tóxicos que arrasan con la vida animal y vegetal.
Pese a las graves consecuencias de su insensatez, los mercaderes de la minería ilegal continuaron su demoledora actividad. La presencia de obreros con dinero en los bolsillos, pero lejos de la ciudad, dio lugar a la aparición de tiendas, grifos clandestinos, talleres de mecánica y hasta cabinas de Internet; además de discotecas, bares y prostíbulos, donde las mercancías son el alcohol, las drogas y el sexo. En ‘El Papilón’, ‘El Miss Sagitario’, ‘El California’ y ‘El Embassy’, las pepitas de oro brillaban con las luces de neón, mientras el licor circulaba a borbotones.
En la mayoría de estos locales, niñas de doce, trece y quince años eran explotadas sexualmente. Por eso es la decisión de ingresar con todo a ‘La Pampa’, para erradicar no solo la minería ilegal sino también rescatar a tantas niñas, mujeres y obreros explotados que no tenían otra opción que aceptar unas cuantas monedas por trabajos denigrantes. Pero los problemas allí no solo acaban en la contaminación y la explotación sexual, pues miles de personas trabajaban en diversos oficios y servicios.
Ahora que ya no habrá dinero del oro mal habido, ellos se quedarán sin trabajo y sin comida. El Gobierno debe dar solución a este problema social con la creación de nuevas fuentes de empleo”. Tiene razón mi amigo Gary. Me voy, cuídense.