
Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por una causa rellena de atún, arroz y pescadito frito. Para tomar pidió una jarrita con emoliente tibiecito. “María, el bombazo que la noche del jueves destrozó más de treinta casas en un barrio de Trujillo, debe ser el inicio de una auténtica guerra sin cuartel contra la delincuencia organizada.
Felizmente el Congreso acaba de aprobar, en segunda votación, la Ley contra el Terrorismo Urbano, que tipifica en el Código Penal el delito de criminalidad sistematizada. Lo que siga debe ser la terminación del penal de El Frontón para llevar allí a los criminales más peligrosos, y la construcción de otras cárceles de ese tipo. Y lo más importante: cambiar las leyes para eliminar los beneficios para los reos avezados. Nada de remisión de la pena dos por uno, talleres, visitas conyugales, ni llamadas telefónicas.
Los asesinos, extorsionadores, violadores, tratantes de mujeres, asaltantes y narcotraficantes deben ser confinados en una celda, sin visitas, ni socialización con otros presos, comunicaciones con el exterior o posibilidad de salir algún día al exterior. Los delincuentes deben sentir miedo de la ley. Deben pensarlo más de dos veces antes de cometer un ilícito.
En estos momentos, los hampones se ríen de las leyes y de las autoridades. Con la ayuda de abogados pericotes saben que pueden sacarle la vuelta a la ley, como pasó con el papá de ‘Los Pulpos’, quien salió de prisión antes de que concluya su pena, ‘demostrando’ que había llevado talleres de artesanía.
El llamado ‘terrorismo urbano’ hace que miles de jóvenes se vayan del país buscando tranquilidad y progreso en otro país. Y también aleja las inversiones y el turismo. No lleguemos a la situación de Haití, donde las pandillas armadas han tomado ese país.
En La Libertad el hampa está desatada, mientras su gobernador regional, César Acuña, sale de paseo a cada rato a Europa o Estados Unidos y la población sufre la inseguridad. Hagamos algo de una vez. Elijamos bien a nuestras autoridades”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.








