Mi amigo Gary llegó al restaurante por unos tallarines verdes con queso parmesano rallado y su bistec a la inglesa encima, además de su emoliente al tiempo. “María, quizá la tarea más difícil de los padres es la crianza de los hijos. Y más ahora, que por el ritmo de vida que llevamos, el trabajo y los compromisos sociales, tenemos menos tiempo para escucharlos, atenderlos y darles muestras de cariño. Hay muchos niños y jóvenes que están en casa, pero permanecen ausentes, lejos de sus padres, conversando por celular y el chat con personas a las que muchas veces ni conocen. Son los riesgos de la tecnología, que trae grandes beneficios, pero también perjuicios. La manera en que nos comunicamos con nuestros hijos influye directamente en el comportamiento que ellos desarrollen. Somos los modelos que siguen. Aquí te dejo pautas del estilo de cada padre y la influencia en sus hijos.
PADRE PERMISIVO
Ofrece mucho afecto, pero sin límites ni normas, por lo que los hijos suelen ser más inmaduros.
Si los intereses y deseos del niño marcan la relación con los padres, estaremos impidiendo que sean capaces de controlar sus impulsos.
0Si hay un bajo nivel de exigencia, el hijo va a tener un autocontrol mínimo o inexistente.
PADRE AUTORITARIO
Estos padres imponen normas sin acuerdo alguno, no piensan en los intereses de los niños. De esa manera hacemos que nuestros hijos sean obedientes, pero sumisos, lo que no está nada bien.
El castigo es la técnica habitual y se aplica sin dar muchas explicaciones. Esto hace que los niños se sientan culpables y deprimidos. Además, tienen la autoestima baja.
0No existe diálogo con los hijos, el afecto es escaso y hay distanciamiento. La consecuencia de ello es que nuestros hijos posean pocas habilidades sociales.
PADRE DEMOCRÁTICO
Existe mucho afecto, pero con normas y límites claros. Hay respeto y comprensión. Así conseguiremos que ellos sean generosos con los demás y más felices consigo mismos.
Fomentan el diálogo y generan un ambiente de confianza. La respuesta de los hijos será sentirse más autónomos, capaces y responsables.
Estimulan la expresión de las necesidades y sentimientos de los hijos, a la vez que crean espacios de responsabilidad y autonomía. De esta manera, los niños muestran buenas habilidades sociales”.
Mi amigo tiene razón. Me voy, cuídense.
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