Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por una cachemita encebollada con arroz, salsa y ajicito molido. Para tomar pidió una jarrita con limonada. “María, ayer comentaba sobre la importancia de cerrar nuestras fronteras a criminales peligrosos, en especial del ‘Tren de Aragua’.
Si lo hubiéramos hecho desde hace años, nos habríamos ahorrado sufrir con criminales como el venezolano Maikel Yoel Rodríguez Pinto (29), ‘Maikel, el líder’, integrante de ‘Los D.E.S.A. 2’. Este delincuente amasó una fortuna de más de 20 millones de soles extorsionando a choferes de hasta 10 empresas de transporte.
El muy maldito incluso lucía por redes sociales las cadenas de oro, fajos de billetes, motos y los viajes que compraba con la plata de sus víctimas. Tras la captura de sus compatriotas y jefes Alexis Barrios, ‘Jhorman’, y Wensy Vásquez, ‘La reina del filtro’, intentó tomar la batuta, pero cayó siete días después.
Ahora solo esperamos que un fiscal o un juez no lo deje libre, como pasó con esos asesinos Michael Roberto Gutiérrez Villagaray, ‘Maykel’, y Daniel Jesús Calderón Egúsquiza, ‘Critter’. Estos mataron a su jefe en la extorsión de colectiveros de la avenida Arequipa, pero solo pasaron entre rejas un año y nuevamente salieron a la calle a seguir haciendo lo mismo.
Exigir cupos a choferes bajo pena de muerte. Una de las maneras de acabar con el crimen organizado es ubicar, detener y condenar a los maleantes. Es decir, encerrarlos para que la sociedad no esté en peligro. Pero muchos jueces y fiscales corruptos, pusilánimes o demasiado apegados a las leyes, los dejan libres como si se tratara de pobres angelitos. Eso no puede pasar. Se necesita una revolución en el Poder Judicial y el Ministerio Público”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.
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