Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un espectacular adobo de pavita con lentejitas, acompañado de arrocito graneado, sarsa criolla y, para tomar, naranjada heladita. “María, el verano siempre es la estación más alegre de todas. La gente viaja, los chicos salen de vacaciones, se abren las piscinas, miles abarrotan las playas y encima en febrero es el carnaval. Especialmente en el Perú somos gente muy alegre, pilas, chacotera y fácil de hacer amigos, de andar en ‘mancha’.
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En verano nos levantamos con el sol que entra por las ventanas, una ducha y a trabajar. En invierno, en cambio, no queremos ni salir de la cama por el frío y afuera todo está nublado. Por eso a mí me gusta más el verano y trato de disfrutarlo al máximo. Además, veo a la gente igual de pilas y con otro ánimo. Bueno, así debemos estar el año entero. Es bonito saludarnos con énfasis con los amigos del barrio, los vecinos, los compañeros de trabajo y la familia.
Con otro ánimo es chévere trabajar. Por supuesto que siempre hay momento para la seriedad, pero en general debe primar la alegría. A mí me gusta salir bien de mi casa todos los días a trabajar. Con bastante disposición. Me encomiendo a Dios y a mi santa madrecita y las cosas me van bien. Cuando me encuentro con un conocido en la calle lo saludo con una sonrisa, una broma y un deseo de que le vaya bien. El otro me devuelve lo mismo y así voy por la vida. Qué feo es eso de ir amargado a todos lados, de pelearse por ‘quítame estas pajas’ y trabajar refunfuñando.
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Los equipos de mayor éxito son los que se comportan como una familia, donde todos se ayudan y se protegen. Y cuando se encuentran se dan un abrazo, se hacen una broma o se muestran con una sonrisa. Por eso, les dejo algunos consejitos para conducirse por la vida con otro ánimo:
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