Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por unas cachemas fritas con arrocito blanco, papas sancochadas, sarsa criolla y una jarrita con emoliente al tiempo.
“María, acabamos de recibir a miles de turistas brasileños y argentinos que llegaron al Perú para ver la final de la Copa Libertadores. En diversas entrevistas, los turistas han expresado que se sintieron contentos por la hospitalidad de los peruanos, su cultura y rica comida. Solo se sorprendieron por el tráfico caótico en las calles de Lima. Pero en realidad, el Perú es un país privilegiado, pues posee innumerables bellezas naturales y arquitectónicas.
Nuestra selva destaca con toda su increíble fauna y flora, la sierra con sus cumbres nevadas, la costa con sus playas hermosas y un mar fantástico. Incluso, algunos comentaron que aprovecharán para viajar a Machu Picchu, nuestra hermosa ciudadela inca, que es la más conocida en el mundo, un lujo que otros países envidian. Pero el país tiene muchísimo más para ofrecer. Al lado de Machu Picchu está, por ejemplo, el Camino del Inca, otra maravilla de la ingeniería incaica que fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Nuestra costa también tiene incontables atractivos. En el valle de Supe, en la provincia limeña de Barranca, está la Ciudad Sagrada de Caral, con una antigüedad de 5 mil años. También es Patrimonio Cultural de la Humanidad. La misma Lima es extraordinaria. Se trata de nuestra capital gastronómica y puerta de entrada al país.
El Centro Histórico exhibe hermosas construcciones coloniales y muy buenos museos. Es una de las pocas capitales en el mundo que tiene mar. Las playas son maravillosas y, además, hay una enorme variedad de shows culturales y folclóricos, caballos de paso y artesanías, así como modernos centros comerciales, discotecas y otros.
Al sur está Nasca, en cuyo desierto destacan las famosas Líneas de Nasca, también declaradas Patrimonio Cultural de la Humanidad. Asimismo, se pueden visitar los complejos arqueológicos de Estaquería, Chauchilla, Cantalloc, los geoglifos de Palpa y el afamado Cahuachi. En Paracas se puede disfrutar de la Reserva Nacional y las islas Ballestas, donde se come un cebichito en una mesa de restaurante con el mar besándote los pies. ¡Extraordinario!
En Trujillo destacan Chan Chan, la Huaca del Sol y la Luna, el complejo El Brujo y la Dama de Cao. En Chiclayo están el Señor de Sipán, el Señor de Sicán, el Bosque de Pómac y más. En Iquitos está nuestra selva amazónica para estar en contacto con la naturaleza virgen. Si uno se aloja en un albergue, podrá despertar con el sonido de los animales en la ventana. Y hay mucho más”. Gary tiene razón, el Perú es maravilloso. Me voy, cuídense.