Mi amigo, el redactor ‘Barney’, llegó al restaurante por sus tallarines al pesto con su churrasco a la inglesa y su jarrita de cebada calientita para bajar la grasita. “María, me encontré con el legendario periodista de policiales ‘El Sonámbulo’. Estaba preparando su clase a los estudiantes de periodismo vía Zoom.

‘Los alumnos me han pedido que les hable sobre esos terribles años ochenta, cuando le declaró la guerra a la democracia y desató en el país un baño de sangre. Mis alumnos no habían nacido cuando el genocida ordenó a sus huestes iniciar una ‘lucha armada’ porque se creía ‘la cuarta espada del marxismo’, colocándose en el pedestal del comunismo junto a Marx, Lenin, Stalin y Mao.

En realidad, lo único que hizo Guzmán fue exigir a su facción más joven colocar coches bomba en locales públicos, comisarías y bancos; poner dinamita en torres de alta tensión para dejar a oscuras el país, ordenar la ejecución de policías que estaban de servicio, a quienes sus terroristas acribillaban a traición por la espalda, solo para robarles un arma, y lo peor: mandar a eliminar a dirigentes populares de la propia izquierda legal, que tozudamente llamaba a Sendero y al MRTA ‘revolucionarios que han tomado un camino equivocado’.

De más está decir que no solo desató un baño de sangre en todo el país, sino que también llevó a la muerte o a la cárcel a centenares de jóvenes universitarios de Lima y provincias, que equivocadamente creyeron en su prédica sobre una ‘lucha por un mundo mejor’.

Todas esas promesas se vinieron abajo cuando la policía difundió el famoso video de una orgía de alcohol y sexo de la cúpula senderista. Allí se ve a Abimael Guzmán ebrio bailando la danza de la película ‘Zorba, el griego’, después de que acordaron en el pleno de su comité central llenar de coches bomba la ciudad de Lima, como aquel de Tarata. Fue en el allanamiento de una casa en Monterrico donde se vio que Abimael vivía a cuerpo de rey.

Encerrado en la Base Naval del Callao, el genocida ordenó crear e en el 2009, una fachada del sangriento grupo terrorista que reclama la amnistía para Abimael y los principales líderes subversivos.

Esta secta se infiltra en sindicatos y en las universidades, donde captan a jóvenes confundidos que no vivieron las épocas de terror desatadas por más de una década por los maoístas. Que los muchachos tomen conciencia del peligro que significa para la democracia estos grupos terroristas que trabajan para el sucio narcotráfico’”. Pucha, ese señor Sonámbulo es un maestro. Me voy. Cuídense.

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