Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un arroz a la jardinera con chanchito dorado, ensalada y, para tomar, una manzanilla al tiempo. “María, la violencia, el caos y la destrucción que vienen causando grupos de delincuentes en las marchas de Lima provocan honda preocupación porque ya murió una persona, Víctor Santisteban. Esta víctima de 55 años sufrió, según la necropsia de ley, un golpe brutal en la cabeza por ‘un objeto contudente duro’.
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Los radicales que soñaban con un fallecido en la capital ya lo tienen, pero quieren más. Lo único que lamentan es que una bala no le quitó la vida, pues así hubieran culpado a la Policía, como ya estaban haciendo con evidente emoción, aún cuando se sabe que los efectivos policiales, para evitar más muertes, están conteniendo a los hampones que lo destruyen todo solo con bombas lacrimógenas, aun a costa de sus vidas, pues son numerosos los agentes heridos por pedradas, garrotazos y mortales explosivos.
Ante este delirante panorama en el que los violentos se presentan como ‘defensores de la democracia y de la paz’ -¡y hay ingenuos que les creen!-, indigna ver a los policías siendo atacados de manera tan salvaje y abusiva. Me pregunto qué dirían esos que en redes defienden a los radicales, si su padre, o su hermano o su pareja estuvieran en el lugar de esos efectivos.
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Pero todo tiene un final y también terminarán estos días sangrientos, originados por los remanentes de Sendero Luminoso, del MRTA, el narcotráfico, la minería ilegal y otras lacras, que se aprovechan de los comprensibles reclamos de los sectores más pobres del país, que injustamente son postergados. Hoy más que nunca debemos tener fe y confianza en nuestra Policía y Fuerzas Armadas.
Veo a los periodistas de Trome traer imágenes de peruanos valientes que salen a las calles a vender sus productos, a ganarse la vida, incluso cuando hay manifestaciones, y me lleno de esperanza. Son hombres y mujeres que todos los días arriesgan su integridad con tal de ganarse unos soles de manera honesta para para llevar un pan a sus hogares. Son compatriotas luchadores que deben pagar el agua, la luz, mantener a sus hijos, comprar medicinas y que no piden ayuda a nadie. Solo exigen paz.
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En esta situación tan complicada han demostrado que los verdaderos valientes son ellos. Porque mientras hay bestias que lanzan pedazos de concreto a la Policía para matar, hombres y mujeres humildes y silenciosos esquivan esos proyectiles mientras trabajan. Ni piensan en tomarse selfies como hacen tantos payasos que van a las protestas y que luego publican en sus redes creyéndose héroes. ¡Ridículos! Héroes son esos peruanos que la luchan día a día y no piden reconocimientos, que no salen a las calles haciendo cálculos políticos. Lo repito, esta crisis va a pasar. ¡Tengamos fe!”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.