
Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un seco de cabrito con frejoles y salsa criolla. Para tomar pidió una jarrita de manzanilla calientita. “María, este Congreso está lleno de lobistas, ineptos y ‘mochasueldos’, eso ya se sabe, pero cada día se superan ellos mismos.
Lo último que han hecho es aprobar así nomás, de la manera más irresponsable, la creación de 22 nuevas universidades nacionales en 15 regiones del país. Los legisladores pasaron por alto las observaciones que hizo el Ejecutivo, en especial por la falta de viabilidad financiera, la afectación a la reforma universitaria y la ausencia de un estudio técnico. Pero sobre todo el esfuerzo de la Sunedu por dotar de estándares de calidad a todas las casas de estudios.
Si no pueden comprar tomógrafos para hospitales ni carpetas para colegios, y menos defender a nuestros pueblos de frontera, ¿habrá dinero para crear ¡22 universidades!? Eso implica construir grandes complejos, contratar profesores, dotarlos de talleres, tener un presupuesto para la investigación y mucho más.
Ciertamente que esto, en un año preelectoral, no es nada más que populismo burdo y descarado. A los congresistas no les importa nada, solo reelegirse y conservar el poder. Por eso quisieron tirarse abajo a la Sunedu que no daba autorización a las universidades de cartón.
Si realmente les interesara la educación, potenciarían con más presupuesto a las que ya existen y son excelentes instituciones como San Marcos, la UNI o la Agraria. El Perú no necesita profesionales de mentira, sino talentos. En el Perú desde hace muchos años hay una idea de que todos deben ser profesionales de universidad, dejando de lado los oficios técnicos que, muchas veces, tienen mayor remuneración y son más pedidos por las empresas, ahora que la tecnología se ha vuelto indispensable en nuestras vidas.
Crear 22 universidades, según el Ministerio de Educación, equivaldría a gastar 2 mil 640 millones de soles solo en su construcción e implementación. ¿Qué hay detrás de este objetivo?”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.








