
Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un escabeche de pescado con arrocito, camote sancochado y ají molido. Para tomar, pidió una jarrita de chicha morada. “María, este Gobierno es una lágrima. Y lo es porque no tiene liderazgo. Dina Boluarte está como presidenta por una casualidad de la vida. No sabe el lugar donde está parada, pues nunca se preparó. Ella solo quería postular a algo y acabó dirigiendo un país. Lo peor es que, en lugar de convocar a los mejores profesionales, a los más capaces, atrae a los más grises, los que tienen ‘anticuchos’ y ansían el poder por sobre todas las cosas.
Este régimen es inepto y se demostró en el reciente paro de choferes. ¿Cómo la mandataria va a salir a aconsejar que no contesten las llamadas ni abran los mensajes de los extorsionadores? ¿Cree que si la gente hace eso no la van a balear o dinamitar?
Su ministro de Transportes, César Sandoval, se pelea con el cardenal Carlos Castillo porque este pide empatía con los transportistas que son asesinados por el hampa organizada. Y un día antes, el titular del Interior, Carlos Malaver, se lamentó diciendo: ‘No puede ser que ante un muerto haya paro de motores’. Indolencia total. Y como este Gobierno no sabe qué hacer, va pateando los problemas, burlándose de los transportistas.
Por eso, recién para este 14 de octubre se ha citado a una mesa de trabajo para discutir las posibles soluciones al problema de las extorsiones y sicariato en el sector transportes. Mientras tanto, seguirán matando más choferes y cobradores. Para derrotar a estas mafias debe haber, primero que nada, voluntad política. Si no hay eso, todo seguirá igual.
La presidenta y sus ministros tienen que estar decididos a pelear con todo y sin miedo a las consecuencias. Si no lo pueden hacer, que se vayan. Se necesitan medidas extremas porque estamos en una situación extrema, nunca antes vista. Encierren de por vida, sin visita ni comunicación con el exterior, a los cabecillas de bandas. Declaren estado de guerra para atacar a los que matan inocentes donde estén. Que sean ellos los que tengan miedo”. Me voy, cuídense.








