Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un adobo de chanchito con yuca, arroz y salsa criolla. Para tomar pidió una jarrita de jugo de piña. “María, ayer en la mañana, dos sicarios en una moto lineal asesinaron a balazos al jefe de seguridad de una ladrillera, en Carabayllo, por extorsión. Los asesinos por encargo, así como los ladrones de todo tipo, suelen desplazarse en estos vehículos por su rapidez y mejor maniobrabilidad en terrenos congestionados.
Por ello, el Ejecutivo estableció que durante el estado de emergencia vigente en Lima Metropolitana y el Callao, está prohibido el tránsito de dos personas adultas en una motocicleta. El conductor no deberá usar accesorios que impidan su identificación, salvo el casco reglamentario. Las motos que incumplan esta disposición pueden ser retenidas y llevadas a depósitos municipales, y se aplicarán sanciones. María, el Perú está en guerra contra la delincuencia organizada, que ha llegado el extremo de desafiar al Estado.
Los hampones no tienen miedo ni siquiera a la Policía, al Poder Judicial o el Ministerio Público. Si cae un cabecilla de banda, su lugarteniente asume el mando y las extorsiones y asesinatos persisten. Sobre todo, los delincuentes han aprendido de los venezolanos y son crueles al extremo. Matan sin remordimientos. No les importa a quién. Solo el dinero fácil y en abundancia. Han olido la debilidad del Estado, penetrado por esa ideología perversa y cínica de los caviares, aquella que cree que los hampones son tan seres humanos como nosotros, los trabajadores y honrados, y que por eso debemos respetarles sus derechos humanos.
Comprendemos la molestia de los motociclistas honestos que usan esos vehículos para trabajar o llevar a sus hijos al colegio, o a sus esposas al mercado, pero estamos, como dije, en tiempos de guerra y todos debemos respetar las normas. Ahora lo prioritario es vencer al terror, como hace casi treinta años derrotamos a la subversión. Por eso debemos seguir con la mano dura, darle con todo al delincuente”. Muy bien Gary. Me voy, cuídense.
