Mi amigo Gary llegó por un pollo a la olla con papitas sancochadas y ensalada mixta, acompañado de un emoliente tibiecito. “María, este domingo se celebra el Día del Padre, una fecha especial en todas las familias. Aunque por lo general son las madres quienes se llevan todos los laureles, es justo reconocer la importancia del padre en el hogar y en la sociedad. Hay un criterio prejuicioso respecto al padre, pues no pocos lo siguen considerando solo como un proveedor, el que da dinero, paga la educación, comida, ropa, diversión y todo lo demás. Incluso, hay quienes piensan que su vínculo con los hijos no es necesario que sea muy cercano, pues dicen que esa función le compete principalmente a mamá. A papá muchas veces se le pide su intervención solo cuando hubo un mal comportamiento, malas notas o si un peligro acecha al hogar. Sin embargo, el padre de hoy debe lidiar con esos estereotipos que denigran su papel en la crianza de sus hijos. Si bien es cierto que aún hay hombres que rehúyen sus obligaciones, cada vez se está tomando más conciencia de que la función del padre de familia va más allá del que consigue dinero y lleva las riendas en la casa.
Cada vez más padres se levantan temprano a preparar el desayuno, llevan a sus hijos a la escuela y comparten con la esposa los quehaceres domésticos. También los que juegan con sus niños, los sacan a pasear, los llevan al parque y se preocupan de que no les falte no solo lo material, sino también lo espiritual. Es decir, que estén bien tanto física como psicológicamente, que estén contentos, alegres y que disfruten de la vida. Hay padres que, incluso, hasta cocinan, lavan, planchan y realizan otros quehaceres de la casa sin problema. Son padres excelentes los que están pendientes de las necesidades emocionales de sus hijos, los que les dan consejos, los que los protegen hasta con los puños si es necesario, los que sienten mayor orgullo por los éxitos de sus retoños que por sus propios éxitos. Aquellos que ven en la paternidad su más grande logro en la vida y para quienes todo esfuerzo es poco si es por el bienestar de sus hijos, aunque no gocen del reconocimiento de la sociedad y a veces incluso de su propia familia, por todo el empeño que ponen para tener a los suyos gozando de una buena calidad de vida. Por eso, así como las madres, los padres también merecen respeto, admiración y gratitud”. Tiene razón mi amigo Gary, los papás son capaces de hasta dar la vida por sus hijos. Feliz Día del Padre para todos los papitos del Perú y el mundo. Me voy, cuídense.
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