Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un sudadito de mero con harto juguito, limón y rocotito molido. “María, con el ingreso de más de un millón de venezolanos al Perú y la migración de peruanos del interior a Lima, se ha producido una fuerte demanda por vivienda que los más pobres suplen alquilando cuartos, casas o departamentos en la mayoría de distritos de la capital.
Todo muy bien, pues miles de peruanos tienen así un ingreso extra alquilando sus propiedades, en especial los jubilados y viejitos. Pero la parte mala viene con algunos sinvergüenzas que luego de un breve tiempo dejan de pagar el alquiler y viven gratis hasta por varios años, utilizando el sistema.
Desalojar a un inquilino moroso es muy difícil en el Perú. Hay que iniciar un juicio, aportar pruebas, pagar tasas y otras cosas más. Al final, el moroso se va a otra casa y vuelve el mismo ciclo para que viva gratis del esfuerzo de los demás. Ayer, Trome entrevistó al especialista Crisólogo Cáceres, quien aconsejó a las personas que piensan en alquilar sus predios que no dejen nada al aire.
Lo primero, hagan firmar un contrato legalizado con el inquilino. Además, en ese documento deben estar expuestas las causales para el desalojo, como es la falta de pago o daños a la propiedad. También deben filtrarlo en la central de riesgo y pedirle un certificado de antecedentes judiciales. En especial los viejitos, deben exigir una entrevista personal con el postulante, pero siempre acompañados de una persona joven para que no den la apariencia de vulnerabilidad.
Yo pienso que las leyes deben cambiar. Muchos jubilados, por motivos de la crisis y a que sus pensiones son magras, recurren al alquiler de cuartos o casas, a fin de sobrevivir. Por eso no es justo que sinvergüenzas de marca mayor les roben o estafen.
Conozco casos de sujetos que han vivido sin pagar alquiler más de cuatro años. Como se saben todas las leyes y tienen buenos abogados, impiden el desalojo hasta el último y cuando finalmente se van, no abonan ni un sol”. Me voy, cuídense.
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