Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por una sopa de mote con cabeza de carnero, tripita y papa blanca. También por un pollo frito con arroz y ensalada y, para tomar, limonada. “María, las extorsiones se han extendido como un cáncer en todo el país y ahora no solo los grandes o medianos empresarios son objeto de esta modalidad de delito. También los bodegueros, microbuseros colectiveros y hasta las meretrices callejeras. Las mafias son, a su vez, más violentas y no dudan en matar o herir gravemente a los que se oponen a pagar cupos ‘de seguridad’. A estos se les hace fácil conseguir el número de teléfono de las víctimas para enviarles mensajes de texto o directamente llamarlas para la extorsión. Previamente han hecho un trabajo de investigación. Saben cuántos hijos tiene el objetivo, dónde estudian, quiénes son sus padres y qué carros maneja. Con esto logran asustar a los más incautos que no dejan de pagar estos ‘impuestos clandestinos’. Pero ese es un grave error como escribí en mi última columna. Lo que se debe hacer es denunciar inmediatamente ante la Policía.

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Hace unos años llegó a vivir a mi barrio un taxista que de inmediato se integró al grupo, pues jugaba fulbito. Luego de la peloteada nos íbamos al ‘fulvaso’ y allí uno iba revelando sus cosas, como compra de auto nuevo, empresas que alguien tiene, entre otras. Le agarramos confianza, pero lo que nos enteramos después nos dejó helados. El tipo fue detenido por la Policía y presentado enmarrocado en una comisaría. Allí supimos que era integrante de la sanguinaria banda ‘Los malditos de Canto Grande’ y había venido a nuestro barrio a ‘chequear’ víctimas. Ten cuidado y sigue estos consejos:

  • Lo primero, denuncie el hecho. Supere la primera impresión del miedo ante una llamada amenazante o ante los impactos de bala en la fachada de su casa.
  • En el caso de llamadas o mensajes, se debe pedir el número a las compañías telefónicas. El fiscal pide el levantamiento del secreto de comunicación y así se le puede atribuir la llamada a una persona.
  • Tenga cuidado con su información. Lo ideal es ser reservado con los datos sobre el patrimonio personal, la familia o la vida personal. Las extorsiones pueden partir desde la familia, empleados o compañeros de trabajo. Incluso los amigos pueden compartir información.
  • Debe hacer pública la denuncia. Incluso recurrir a los medios de comunicación es un método que puede hacer retroceder a los extorsionadores.
  • Hable con la familia. Las extorsiones pueden ser amenazas directas o como llamadas telefónicas de supuestos familiares en peligro. Tenga los contactos de sus familiares más cercanos. En caso de la llamada de un conocido en una situación de peligro, trate de comprobar su identidad por la voz o por preguntas personales”. Gary Tiene razón. Me voy, cuídense.

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