Mesa Redonda
Mesa Redonda

Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un pollito al sillao con arroz graneado, rocotito y, para tomar, una manzanilla calientita. “María, es necesario que exista orden en Mesa Redonda y mayores controles por la seguridad de todos, de comerciantes y del público que va a comprar a ese emporio. No olvidemos la tragedia que ocurrió allí el 29 de diciembre del 2001, cuando un juego pirotécnico provocó un terrible incendio que destruyó el lugar y dejó más de 270 muertos y varios desaparecidos, además de cientos de heridos.

Pero lo que las autoridades no pueden hacer es impedir trabajar a todos esos peruanos luchadores, que día a día se esfuerzan para llevar un pan a la mesa de manera honrada. Por eso, cientos de comerciantes marcharon el último miércoles al Congreso para pedir que se modifique la ley 31980, que aseguran reduce las actividades comerciales en la zona a solo cuatro rubros: librerías, hotelería, restaurantes y artesanías. Los demás quedarían prohibidos.

La norma entraría en vigencia el 17 de enero del próximo año, o sea, en unos pocos meses. Como es natural, la medida ha causado bastante preocupación, pues qué va a ser de la gente que se dedica a la venta de juguetes, electrodomésticos, ferretería y otros.

Afirman que unas cien mil personas, entre trabajadores y empresarios, serían afectadas. Quienes hicieron la ley señalan que es para lograr la recuperación histórica, urbana, arquitectónica, social y humana del centro de Lima. Todo eso se entiende, pero no se puede dejar de lado a las miles de personas que viven de su trabajo en el lugar. Se debe buscar una salida en la que, como repito, se imponga el orden, pero también el respeto al trabajo de muchísimas familias. No se les puede truncar el futuro ni sus expectativas de progreso. Me pregunto, por ejemplo, cuántos chicos dependen de los ingresos económicos que se generan en Mesa Redonda para seguir sus estudios universitarios y, si se cierra ese caño, tendrían que dejar las aulas, lo que sería terrible”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.

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