Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un cebichito de mero con camotito sancochado y choclito desgranado. Para tomar pidió una jarrita de chicha morada heladita. “María, la cena navideña trajo consigo molestias estomacales por la ingestión de pavo, chancho y panetón, todo a la vez. Encima muchos le metieron licor en cantidad para ‘festejar’ el nacimiento de Jesús.
Yo conozco un amigo que la va a ‘curar’ con su cebichito con harto picante o con un caldo de gallina lleno de grasa, y queda con una resaca peor que cuando empezó. Los expertos nutricionistas aconsejan mucha agua para ir eliminando a través de la orina todo el licor, las toxinas y grasas que hemos consumido. También dormir mucho y comer frutas refrescantes, tipo la papaya.
El daño que le hacemos a nuestro hígado en estas fiestas es inmenso, pues no solo disfrutamos de comilonas y licor en la Nochebuena, sino que muchos empezamos días antes con los amigos del trabajo, la gente del barrio, los integrantes de nuestra promoción del colegio o universidad.
Hay que parar un poco la mano y cuidarse mucho si queremos tener salud para disfrutar a nuestros seres queridos. Por estos días las clínicas y hospitales han estado repletos con pacientes víctimas de colitis o ataques a la vesícula por comer demasiada grasa.
Ya me imagino en los días previos al Año Nuevo las cantidades industriales de cerveza y otros licores que se consumirán en el Perú, a pesar de la fuerte recesión que pasamos.
Está bien festejar y desestrarse, pero con mucha moderación, sin exagerar con el alcohol, que es muy dañiño si tomamos más de una copa. Mejor es beber de a pocos, bailar mucho y reírse con las anécdotas o chistes. Y luego, al día siguiente, darse una escapadita a la piscina o a la playa, para relajarnos más.
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