El gran Pancholón celebró su onomástico.
El gran Pancholón celebró su onomástico.

El Chato Matta llegó con una resaca brava al restaurante. Se pidió un cebiche mixto y un tacu tacu con una cojinova frita encima. Para calmar la sed, se pidió una limonada frozen. “María, el gran Pancholón reunió a una ‘batería seria’ por su cumpleaños: el Patrón, los abogados del Callao con Calulo a la cabeza, el procurador Betito y toda la mancha pelotera. ‘Aquí no se pepea a nadie ni se mete cochinaditas al trago, todo es por amor al arte’, gritó el maestro.

Rodearon al cumpleañero y le preguntaron quién había sido el amor de su vida. ‘Yo soy como el ‘Canario’: Los amores que he tenido / pasa el tiempo y yo los vuelvo a recordar... no me pregunten cuál ha sido mi error / a todas les entregué el corazón, no me pregunten con quién fui más feliz, no se los voy a decir, no se los puedo decir... A todas les dije que sí, sí...’. Muchachos, cumplo un año más de vida y me siento fuerte, como un toro. En la calle hay que ser parador, frío. Ni sonso ni atorrante.

Ya me contaron que Chotillo ha perdido la cabeza por una masajista del sauna, una flaquita de nombre Andrea. El hombre es paganini como el ‘Rey de los casinos’ y ofrece de todo por caricias. No aprende las lecciones que le doy todas las semanas. Yo celebro como el gran Charly García, ¡¡un año menos!! Voy a tirar mi casa por la ventana con Josimar y su Yambú, salsa perucha. Soy serpiente, según el horóscopo chino, un 2019 movidito, con altas y bajas, pero nunca me faltarán los pantaloncitos. Me pregunto: ¿cuándo ese chiquillo de ojos verdes y volante creativo, en la canchita de San Martín de Porres, se convirtió en mujeriego?

Varias imágenes se vienen a mi mente. Recuerdo cuando ampayé a mi viejito conviviendo en un depa con una bailarina de la televisión, que ahora la pega de señora casada con un parroquiano. Cuando mi amorsote de San Martín, la morocha más deseada del barrio, me adornó con el famoso ‘Cholo Huaraca’, e igual cuando partí a mi hermano con su enamoradita. Todas esas cosas me traumaron y ‘pudrieron’. Desde ese entonces, decidí que no iba a sufrir por ninguna mujer. Nunca pude amar a una sola. Para casarme, elegí una chica sana, a la que encima la saqué de un convento. Pero ni sus rosarios ni sus misas pudieron transformarme. Es que soy infiel desde los genes de mi viejito, el gran ‘Mazamorra’.

Chato, te espero en mi casa, que es sagrada. La dirección del tono la guardas bajo siete llaves. Creo que nunca voy a plantarme. Moriré trampeando. Esta es una pichanga, una mozonada, pero mi tono oficial es para mis amigos íntimos con sus firmes. Las que nos soportaron y amaron cuando no teníamos ni un mango en el bolsillo y lavaban y cosían nuestras medias sucias y con hueco. No soy sano. Cualquiera se enamoraría ahorita de mí, abogado famoso, con un camionetón que parece una discoteca. Mi frase favorita es: ‘Las trampas son actrices y no les creas así te digan la verdad’. ¡Salud por ellas! Soy como un viejo guerrero. Me encanta llegar a casa y que mi mujer me sirva mi caldo de gallina con dos huevos y papita amarilla’”. Me voy, cuídense. 

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