Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por su escabeche de pescado con papa sancochada y, para tomar, chicha morada heladita. “María, vengo preocupado por una noticia que, además, me ha conmovido: la captura de una persona que habría abusado sexualmente de al menos tres menores en la zona de Condevilla, San Martín de Porres.
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Se trata de Tiffany Gómez, una persona trans que trabajaba en la oficina de la congresista Susel Paredes, en el Palacio Legislativo. De acuerdo al relato de las víctimas, de entre 12 y 14 años, Gómez los captaba con dinero para llevarlos a su cuarto, en la misma zona, o a la espalda del mercado local, a fin de abusar de ellos. Todo se reveló luego que tres menores, dos de ellos hijos de migrantes venezolanos, fueron contactados la noche del 30 de enero por la acusada, quien les ofreció 20 soles para tener relaciones en un descampado.
Una de las víctimas, según el examen del médico legista, quedó con lesiones traumáticas recientes en su área genital. Los mismos vecinos se organizaron y ubicaron la habitación donde Tiffany Gómez vivía. Cuando averiguaban por la acusada, bajó un muchacho de unos 13 años, quien confesó que también fue abusado. Lo que vino fue extraño. Aconsejada por su abogada, la mujer trans se negó a pasar examen médico y tampoco dejó que revisen su celular o laptop, alegando que como trabajaba en el Congreso tenía información confidencial en sus dispositivos.
Las investigaciones han determinado que Tiffany era conocida como la ‘Recargadora del Free Fire’, un juego en línea en el que para tener armas virtuales, el jugador debe pagarlas con dinero real. Merodeaba por las cabinas de internet de la zona ofreciendo dinero para estos juegos a cambio de sexo. Su perfil, según la Policía, cumple con el de una depredadora sexual.
La congresista Susel Paredes, tras enterarse de la noticia, decidió apartarla de su oficina y hacer un pronunciamiento público, pero sin mencionar su nombre. Les cuento todo esto para que los padres tengan cuidado con sus hijos, de manera que sepan a dónde van, con quiénes se reúnen, qué hacen todas las horas que están fuera de casa y qué cosa consumen. Hay que estar alertas con su cambio de comportamiento, con las cosas que adquieren con dinero desconocido y con sus comunicaciones por WhatsApp y alguna otra red social. Uno no sabe la clase de personas que hay afuera, en la calle. Imagínense que una depredadora sexual trabajaba en el Congreso. Y no es cualquiera. Es una activista LGTB, graduada como comunicadora social en una universidad del norte del país”. Asu, qué fuerte lo que cuenta mi amigo. Me voy, cuídense.
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