Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un tallarín saltado de carne jugosito. Para tomar pidió una jarrita de jugo de naranja fresquecito. “María, terrible lo que pasó con la niña Nathaniel, de solo 12 años, quien fue asesinada por un depravado sexual en una choza en el sur de Lima.
La menor había sido regañada por su madre y molesta salió de su casa bien tarde de noche. De esto se aprovechó Jerson Alexander Juárez Tapia, de 26 años, para secuestrarla, llevarla a su casa y victimarla.
Como padres de familia, estas noticias nos estremecen. No me puedo ni imaginar el sufrimiento de esa pequeña. Y menos aún de los padres. Por eso, hoy más que nunca los progenitores deben estar permanentemente vigilando a sus hijos, sobre todo los adolescentes, pues en muchos casos pasan por una etapa de rebeldía y pueden tomar decisiones equivocadas por impulso.
Los jóvenes no miden el peligro. Creen que las cosas malas les suceden a los demás, jamás a ellos. Tenemos que protegerlos de su inexperiencia. Por ejemplo, no dejarlos que naveguen libremente por redes sociales o Internet, que es donde ahora se agazapan los depredadores sexuales y pederastas.
Ninguna medida de seguridad está demás con tanta maldad en el mundo. ¿Cómo ha llegado nuestra sociedad a vivir en permanente peligro? Nuestros hijos ya no pueden salir a la calle solos porque algo malo les puede ocurrir.
Cuando era niño, todo el día la pasábamos jugando en la pista, el parque o la vereda. Solo regresábamos a casa para comer. Y no pasaba nada. Todo era más inocente, más seguro. Algunos consejos de los que saben:
- Dale atención a tus hijos. Conversa con ellos. Tal vez esperan una pregunta de tu parte.
- Haz control parental de su celular y otros aparatos tecnológicos.
- Conoce a sus amigos. Y a los padres de sus amigos.
- Atento a sus cambios de conducta, podría estar ocurriendo algo.
- Ejerce autoridad. Tú no eres amigo de tus hijos. Eres la autoridad”. Me voy, cuídense.
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