Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un riquísimo tallarín verde con su plancha de hígado frito montado, acompañado de huevito y una jarra de naranjada heladita. “María, ya quedan pocas horas para la llegada del nuevo año y mucha gente se prepara para recibirlo a todo dar con fiestas, trago, viajes o simplemente reventando cuetes a más no poder. Los peruanos queremos olvidar este horrible año signado por escándalos políticos, casos de corrupción, enfermedades, robos, asesinatos y que culminó con el golpe de Pedro Castillo y su vacancia acordada por el Congreso. Esperamos que el 2023 sea de calma y despegue económico.
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El pueblo ya no quiere más pobreza, atraso y escasez, como existe en Venezuela o Cuba. El mejor ejemplo de que esos países no son ni por asomo unos paraísos es que millones pugnan por salir a otras naciones porque ni papel higiénico pueden comprar. Y pensar que por acá aún hay gente que apoya a los socialistas trasnochados que sueñan con aplicar las mismas recetas que han pauperizado a los venezolanos, argentinos y cubanos.
El peruano es emprendedor, es decir, un pequeño capitalista que empieza sus negocios de a poquitos y así va escalando hasta lograr su objeto de tener una empresa grande. No hay que acostumbrar a la gente a recibir dádivas o dinero por no hacer nada. A perder su dignidad por un panetón, como han mostrado las imágenes de gente que hacía cola en la plaza Manco Cápac de La Victoria, donde agrupan las personas que vinieron de provincias a marchar. Pero estábamos en las celebraciones.
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Espero que sean tranquilas y no ocurran grandes tragedias por irresponsabilidad. En estas fechas suelen haber incendios, choques de carros, accidentes carreteros, pero también niños mutilados o quemados por la manipulación de artefactos pirotécnicos no permitidos. Hay que tener cuidado con los menores. Los padres nunca deben dejar de supervisar sus juegos, aunque sea de lejitos. Por eso, dejo estos consejitos:
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