Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un bisté a lo pobre con huevito y plátano fritos, arrocito graneado y, para tomar, un emoliente fresquecito. “María, en las fiestas de fin de año es común en el Perú celebrar con juegos pirotécnicos. El problema es que muchos de ellos son un verdadero peligro para la vida y la salud.
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Todos los años tenemos en nuestro país personas lesionadas de por vida y hasta muertas por culpa de estos explosivos. En talleres informales en los que fabrican las temidas ‘mamarratas’, ‘calaveras’, ‘chapanas’, ‘pokebolas’ y otros, se utilizan productos como la pólvora que, si no son manipulados con estrictos protocolos de seguridad, pueden provocar desgracias como la ocurrida hace pocos días en Ventanilla, donde un taller clandestino de pirotécnicos explotó, ocasionando dos muertos, varios heridos y decenas de casas afectadas.
Tanto dolor por no respetar las leyes. Esos cohetones van a las manos de niños que luego pierden la mano, dedos y sufren terribles quemaduras en el cuerpo, quedan ciegos y hasta mueren. Como decía, todos los años ocurren estas tragedias por la misma causa, pero somos incapaces de aprender. ¿Qué nos pasa que nos cuesta tanto valorar nuestra vida y la de los demás?
LA TRAGEDIA DE MESA REDONDA
La peor tragedia por pirotécnicos ocurrió en Mesa Redonda el sábado 29 de diciembre del 2001. El saldo final fueron 277 muertos, aunque en 2021 se determinó que los fallecidos fueron más de 400 personas, pues hubo cientos de desaparecidos y numerosos cuerpos no pudieron ser identificados.
Fue un verdadero infierno que comenzó en algún lugar del emporio, en cuyas atestadas calles de compradores, estibadores y vendedores ambulantes se ofrecían toda clase de cohetes, como los peligrosísimos ‘mamarratas’.
Uno de los comerciantes hacía una demostración de sus productos a un cliente y en ese momento comenzó todo. Literalmente fue lanzar una bengala a una enorme bomba de tiempo, pues el lugar estaba lleno de miles de pirotécnicos, en la vía pública y en los almacenes.
El fuego era tan intenso que los carros terminaron reducidos a fierros chamuscados y numerosas personas fueron evaporadas por las elevadísimas temperaturas. Un infierno que consumió todo a su paso.
Todo fue por la negligencia de los comerciantes, las autoridades y el mismo público. No se cumplieron las normas de seguridad, pese a los constantes llamados de los bomberos que advertían del peligro inminente. Han pasado más de dos décadas y muchos siguen sin aprender la lección.
Si se van a comprar pirotécnicos, debe ser en un lugar permitido y solo los que emiten luces. Los explosivos como las ‘chapanas’, ‘bolitas mágicas’ y otros no deben ser adquiridos. Asimismo, ningún pirotécnico puede ser usado por menores, solo por adultos responsables”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.