Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un chicharrón de pescado con su yuquita frita y sarsa criolla. Para calmar la sed pidió una jarrita de chicha morada. “María, en estos tiempos de crisis de la familia y de valores, las parejas no duran mucho. La cantidad de divorcios se ha elevado como nunca. Pero también las denuncias por maltrato familiar.
Miren nomás lo que ha pasado con Yiddá Eslava y Julián Zucchi. Parecían ser un matrimonio ejemplar, siempre juntos, criando hijos y hasta montando una empresa propia. Sin embargo, hoy se sacan los ojos tras su separación. Hasta peleas callejeras han tenido. Qué pena por los hijos que ven cómo sus padres se destruyen mutuamente.
Más terrible aún es el caso de la joven y su madre asesinadas en su casa de Carabayllo, aparentemente, por el enamorado de la chica. Estos dos últimos tenían una relación amorosa de ocho años. La joven quería terminar con él porque él trataba de controlarla y manipularla de una forma enfermiza.
Lo peor que los chicos pueden hacer es conocerse unos días o semanas y luego irse a vivir juntos. Antes los noviazgos eran largos, precisamente para conocer bien a la pareja. Incluso, el pretendiente de a pocos ingresaba a la casa de la chica y así la familia lo veía. Ahora se ven más casos de parejas tóxicas o pegalones y hasta feminicidas, porque hay un apresuramiento en el inicio de las relaciones.
- Identifica los patrones de comportamiento que afectan negativamente tu bienestar emocional y mental.
- Establece límites. Aprende a decir no y tampoco hagas cosas que te disgustan.
- Respeta la privacidad. No invadas el espacio del otro, ni restrinjas sus amistades o actividades.
- No idealizar. No perder la perspectiva ni minimizar o magnificar los defectos de la otra persona.
- No permitas golpes, insultos o autoritarismo. Nadie es dueño de nadie.
- Busca apoyo. Habla con amigos, familiares o un terapeuta de confianza”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.
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