Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por unas cachemas fritas con papas sancochadas, arroz blanco graneadito, ensalada de tomate y lechuga y, para la sed, una chicha morada al tiempo.

“María, en mis largos años como periodista he visto tantos crímenes violentos, tantos casos de crueldad, que pocas cosas me sorprenden o me mueven el piso. Pero pese a todo lo vivido gracias a esta apasionante carrera, no puedo evitar sentirme afectado cuando ocurren casos como el del !

¿Qué pasa por la cabeza de un hombre para que cometa semejante bestialidad? ¿Cómo es que se le puede hacer algo tan horrendo a pequeñitos indefensos e inocentes, que además son tus propios hijos? Confieso que tras enterarme del caso, tuve problemas para dormir esa noche. Pero ese no es el único caso de violencia demencial. Hay muchos más, lamentablemente, y uno de los últimos fue el protagonizado por un .

Como si fuera poco, también . Luego, saltó por la ventana con la intención de matarse, pero no lo consiguió y no paró hasta lanzarse bajo las llantas de un auto, que finalmente acabó con su vida.

Cuántas personas sin tratamiento médico y que además padecen pobreza, desesperanza y abandono sienten que la vida es tan dura, tan cruel que no merece la pena vivirla. Cuántos extranjeros, muchos de ellos venezolanos, que dejaron su tierra para venir a trabajar deben estar pasando durísimos momentos, solos y con dificultades económicas. Igual muchos peruanos, aquejados por la falta de dinero, la marginación y las enfermedades.

Tristemente, el Perú no cuenta con una política de salud mental, pese a que se calcula que existen seis millones de personas con algún tipo de desequilibrio mental, como la psicosis, esquizofrenia, adicciones al alcohol o drogas, violencia social, depresión o ansiedad. En nuestro país, tres de cada diez personas padecen alguna psicopatía, pero no reciben atención médica.

La prueba de esa desatención es que cada año se suicidan unos trescientos peruanos. Ya es hora de que el Estado construya más hospitales mentales en todo el país, y que se promueva el estudio de la psiquiatría entre los jóvenes que se inclinan por la medicina.

Hay muy pocos psiquiatras en el Perú, y la mayor parte de ellos están en Lima. En el resto del país, conseguir atención psiquiátrica es complicado y hasta imposible porque no existen los profesionales adecuados. Las enfermedades mentales están provocando muchas tragedias y ya es hora de que nuestros gobernantes se ocupen de este delicado tema”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.

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