El fotógrafo Gary llegó al restaurante por un sabroso estofado de res con arroz blanco, papita amarilla y ají molido, acompañado de una jarrita de agua de cebada al tiempo. “María, el tiempo se pasa volando. Con frecuencia me encuentro con gente que se para quejando de su mala suerte, reniegan y no ven más allá de sus narices. Dan vueltas en lo mismo y no se preocupan por vivir en armonía con la familia, trabajar y salir adelante. Es importante cumplir con entusiasmo todos nuestros roles: como padres, hijos, esposos, trabajadores, estudiantes... pero también darnos cuenta de cómo encaminamos nuestra vida para ser felices.
Hay que aprender desde pequeños que la dicha no está en lo material, en el auto de lujo, la ropa de marca, las joyas, finos licores o los viajes más caros. Esas pueden ser comodidades y accesorios, que se pueden alcanzar, pero no son el motivo de la verdadera felicidad. La salud, la familia, el verdadero cariño que hay en la pareja y entre padres e hijos y la solidaridad, son la mayor riqueza que debemos aprender a sembrar y cuidar.
Hay familias que teniendo dinero, carro, empleados... sufren, porque criaron a sus hijos fríos de sentimientos y cuando crecen creen que un ‘buen regalo’ reemplaza un ‘te quiero’, un abrazo o una llamada por teléfono para saber cómo están mamá, papá o cómo se siente el abuelo. Otras que teniendo recursos económicos no les sirve para curar una enfermedad y ni cuentan con amigos, porque no los supieron apreciar. Para sentirse bien con uno mismo y con los demás, los especialistas en salud mental aconsejan:
Vida sana: Hábitos saludables. Alimentación balanceada, ejercicios, descanso y chequeo médico.
Positivo: Empiece el día con una sonrisa y no pensando en los problemas. Las buenas ideas fluirán mejor.
Respete y ayude a los mayores: No solo a los abuelitos de casa, sino a los que ve en la calle o el bus.
Sea responsable: En su trabajo, en sus estudios, en las labores de casa, en los acuerdos con amigos.
Sea honrado y haga el bien en todo lo que pueda.
Es importante ser tolerante y paciente. No todos pensarán u opinarán como usted, tampoco todos irán a su ritmo, pero cada uno tiene fortalezas que complementan.
Dé buen ejemplo a sus hijos: Los valores no se incorporan desde lo que dice el profesor o de lo que se lee en los libros, sino de lo que se aprende en casa.
Luche por alcanzar sus metas: Si hoy no le va bien, es natural desanimarse, pero no hay que quedarse ahí. Estudie, retome, vea otros caminos e inténtelo otra vez”. Gary tiene razón, con cosas sencillas podemos sentirnos felices cada día. Me voy, cuídense.