Mi amigo Gary se apareció con hambre en el restaurante para degustar la especialidad de la casa, riñoncito al vino con papa picadita, perejil, arroz blanco graneadito y su jarra de agua de cocona heladita.
“María, llegó a buscarme el veterano periodista de Política, ‘Cigarrito’. ‘Gary, hermanito, por si no los sabías, hoy se cumple un aniversario más del periódico donde te conocí cuando tenías dieciocho añitos y eras practicante, y yo era la estrella de Política’. Cómo me iba a olvidar, si el inmenso y rubio director le regalaba a mi amigo sus cajetillas de Marlboro importado y le prendía el pucho. El experimentado periodista era flaco por todos lados y traía buenas ‘pepas’ en Política. Pero tenía una gran debilidad, las mujeres. Aunque solo ‘campeonaba’ con los calzoncitos sucios de los night club, porque era ‘paganini’ y lo sangraban duro y parejo. Las chicas eran su perdición. Tenía locas a todas las muchachas de la Redacción. Pero no locas de atracción, sino locas y asadas por sus acosos. Mi amigo les hacía propuestas indecentes, les sacaba la lengüita, se iba de boca en las comisiones, a la fuerza quería llevarlas a tomar al ‘Superba’. Ellas eran juergueras, pero con amigos de su edad, a mi ‘pata’ lo veían como un ‘viejo verde’ que creía que, como era un periodista estrella, le iban a rendir pleitesía.
Una noche, saliendo del Congreso, donde hubo un agasajo, ‘Cigarrito’ bebió mucho whisky y a la salida se lanzó con Lola, la fotógrafa más deseada del diario que lo acompañó a la comisión. Ella lo paró en seco, pero no lo denunció con el inmenso director, pues no quería que lo botaran del trabajo. Decidió que le dieran un escarmiento. Fue donde el temible guardaespaldas del ‘dire’, un zambo viejo, delincuente prontuariado y plantado, lugarteniente de ‘Tatán’ y asesino de la ‘China’ Peralta, el delincuente homosexual que mató a ‘Tatán’. El negro ‘Gavilán’ le dijo no te preocupes, hiciste bien en no avisarle a mi padrino. ‘Gavilán’ le dio indicaciones al conserje para que le dijera a ‘Cigarrito’ que Lola lo estaba esperando en el cuarto oscuro de fotografía. En ese tiempo no había fotografía digital y los rollos se revelaban en un cuarto totalmente oscuro para que no se velen las fotos. En ese lugar, fogosos enamorados aprovechaban para dar rienda suelta a sus pasiones. ‘Cigarrito’ se perfumó y partió ilusionado. Tocó la puerta y preguntó: ‘¿Lola, estás?’. Y ‘Gavilán’, fingiendo voz de mujer, respondió: ‘Sí, soy Lola, pasa tigre’. ‘Cigarrito’ ingresó en la penumbra y preguntó: ‘¿Lola?’. Luego, se escucharon los vozarrones de ‘Gavilán’ y del negro ‘Candela’, otro viejo chalaco que trabajaba de portero: ‘Lola no... Loladrones, ven aquí flaco mañoso’. Le dieron una lección que nunca olvidará’. Esas redacciones de antaño eran la muerte. Esos personajes no existen en los diarios de hoy, María”. Pucha, ese señor ‘Cigarrito’ es todo un caso, lástima que no guardó pan para mayo. Me voy, cuídense.
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