El fotógrafo Gary llegó al restaurante por un sabroso chanchito al palo, estilo huaralino, y su jarra de cebada para bajar la grasita. “María, me vino a buscar el legendario periodista de Política, ‘Cigarrito’. Siempre que aparece, las chicas de la Redacción, al verlo de espaldas, con su cabello castaño largo y pantalones pegaditos gritan, ¡cueroooo! Pero cuando voltea, ven su rostro pálido, surcado de arrugas, sus ojos rojos de tantas borracheras y ellas gritan de espanto ¡Noooooo!
‘Gary, gracias a mis historias, en el diario me han propuesto que escriba un libro tipo ‘Memorias de una pulga’. Se llamaría ‘El último pucho de Cigarrito’. Allí voy a contar miles de anécdotas que me ocurrieron en mi dilatada trayectoria periodística. Como la de mi coleguita, el ‘Cabo’ Pérez. Le decíamos así porque era radical en los años ochenta y andaba con botas de militar. Lo mandaron a cubrir Policiales, pero se paraba peleando con los efectivos y no conseguía ninguna ‘pepa’. El director, molesto, lo puso como radiooperador, para que esté encerrado todo el día captando las urgencias de la policía y los bomberos. El jefe solo le abría la puerta a la hora de almorzar y a la salida. Pérez no tenía amigos, solo este ‘Cigarrito’, porque me daba pena que sea un apestado en la Redacción.
‘Cigarrito -me dijo muy serio-, no creas que eres mi único amigo. Tengo también una amiga’. Le pregunté: ‘¿Y en qué área trabaja?’. ‘Está conmigo en la radio’. ‘Pérez -le advertí- si el dire se da cuenta de que metes chicas a la radio, te bota’, grité. ‘No, no, ella está allí dentro conmigo. Nunca sale ni saldrá’. Me quedé intrigado. ‘¿Dónde está ahorita?’. ‘Allí dentro’. Fuimos y abrimos la radio. ‘¡Oye, mentiroso, aquí no hay nadie!’. ‘¿Cómo que nadie? -me dijo con ojos alucinados- Si allí está, mírala, ¿no es linda? Mira mi arañita con su telaraña’. Y señaló ¡¡una araña negra en el rincón de la radio que engullía a una mosca!! Definitivamente, Pérez se estaba loqueando. Pero no lo botaron por eso. Se había obsesionado con una secretaria, Florcita, guapa y buena gente. Ella era el alma de las fiestas y se sabía que estaba con un fotógrafo picarón, Israel. Eran la parejita del grupo.
Pero una vez, Pérez, borracho de alcohol y celos, la llevó a un costado, le dijo algo y Florcita salió corriendo y llorando. Enseguida, Pérez fue donde Israel a quien comentó algo y este, hecho una furia, se agarró con Flor en una bronca afuera del diario. Fue un escándalo callejero, llegó la policía. ‘Pérez, ¿qué les dijiste, desgraciado?’. ‘Les hice saber la verdad, como menciona el manual del buen periodista’. Lo interrogamos: ‘¿Y cuál es esa verdad?’. ‘A ella le conté que Israel es casado’. ¡Nooo! ‘A él, que Florcita estaba con varios de la Redacción. Ya ves que soy buen periodista’. Al final, lo botaron y terminó encerrado en un hospital psiquiátrico’”. Pucha, ese señor ‘Cigarrito’ tiene tantas historias como arrugas en la cara. Me voy, cuídense.
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