
Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un cebiche de pollo con su arrocito blanco y papita en rodajas. Para tomar pidió una jarrita con chicha morada. “María, si de verdad queremos combatir a las organizaciones criminales y la inseguridad ciudadana, debemos empezar por cerrar a cal y canto nuestras fronteras. El otro día la Policía capturó a un delincuente venezolano, quien días antes había sido expulsado del Perú por ilegal y ladrón. Es decir, volvió a ingresar de manera ilegal. En Estados Unidos, el presidente Donald Trump ha iniciado una guerra total contra el ‘Tren de Aragua’, expulsando a los miembros de esta mega banda, quienes ahora recalan en nuestro país. Por eso han aumentado los casos de extorsión y sicariato.
En Chile, el 14 de diciembre se realizará la segunda vuelta electoral entre la comunista Jeannette Jara y el derechista José Antonio Kast. Este último, que es el favorito, ha anunciado que de ganar los comicios iniciará la expulsión de todos los extranjeros con antecedentes penales o ilegales de ese país. Por eso se prevé que cientos o miles de estos ingresen al Perú por la frontera de Tacna, como ya ha sucedido otras veces.
Todos los días, además, la Policía Nacional captura extorsionadores, sicarios y asaltantes venezolanos, lo que da una idea de la magnitud de la cantidad de hampones extranjeros que hay en nuestro territorio. Las cárceles ya no tienen lugar para tanto maleante. Lo que debemos hacer es cerrar entonces nuestras fronteras, enviar a las Fuerzas Armadas y rotarlas cada cierto tiempo para evitar la corrupción. Las fronteras deben ser declaradas zonas de guerra para impedir que las mafias se muevan por ahí.
Se debe multar a las empresas de transporte que no hagan un control de pasajeros, a los hoteles que reciben extranjeros ilegales y poner más rigor en los puestos fronterizos. Los detenidos deben ser enviados a un centro preventivo, no soltarlos en la calle. Hay que hacerles sentir la ley. Que se arrepientan de haber venido. Como estamos en guerra, iniciemos juicio a los que alquilan sus casas a los ilegales”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.








