Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por unas chuletas fritas con papas doradas, arroz y salsa criolla. Para tomar, pidió una jarrita de limonada. “María, me quedé impresionado con el caso del hombre que murió de un infarto fulminante mientras bailaba muy alegre en una pollada que se realizó en Iquitos. Las imágenes que se difundieron por Internet lo ven dando sus pasos al son de una salsa de Oscar D’León y al lado de una compañera de promoción de su colegio, cuando de pronto se desploma, dejando consternados a sus amigos. Su nombre era Carlos Mozombite García, conocido como Camoga, quien fue llevado de emergencia al hospital, pero ya había muerto. La noticia sorprendió a todos, pues se le veía muy jovial y sano. Su familia dijo que nunca se había quejado de dolores en el pecho o que le faltaba el aire. Le gustaba bailar y era el alma de la fiesta. Por eso creo que todos debemos hacernos un chequeo general cada cierto tiempo para ver cómo estamos de salud. Hay enfermedades silenciosas o asintomáticas, que cuando se presentan ya no hay nada que hacer.
Por ejemplo, la diabetes o el cáncer. Desde hace algunos años mi mujer, mis hijas y yo estamos afiliados a un seguro oncológico. Todos los años nos hacemos un despistaje muy riguroso para saber cómo estamos. Como yo trabajo para una empresa grande, la ley obliga a un chequeo anual, por lo que por ese lado también monitoreo mi salud. En el Perú hay la vieja costumbre de ir al médico solo cuando nos sentimos mal, muy mal. Y no respetamos las terapias que nos dan, porque cuando nos volvemos a sentir bien, empezamos a hacer desarreglos. Hay que inculcar la cultura de prevención de la salud. Incluso es hasta más barato. Una larga enfermedad consume los recursos de la familia, una operación al corazón, un tratamiento de cáncer o trasplante de riñón. Si detectamos a tiempo nuestras dolencias, el tratamiento no solo nos curará, sino que aliviará en lo económico.
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