El Chato Matta llegó al restaurante por su sabroso arroz con pollo, presa grande, su papita a la huancaína y su jarrita de agua de carambola. “María, tú sabes que soy un hombre sentimental y mi mente siempre vuelve al pasado. Me gusta recordar anécdotas de mi época de estudiante y era, como decía el gran Gabriel García Márquez, ‘joven e indocumentado’.
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Ahí descubrí el amor, la amistad, pero también la traición. Por la relación con mi enamoradita Danita era envidiado, pues a algunos no les gustaba que dos enamorados tengan tanto tiempo juntos. ¡No, eso era imposible! Habían muchos enemigos, ‘partidores’ hasta debajo de las piedras. Pero también me tenía que cuidar de los ojos chismosos de sus amigas. Porque yo secretamente me daba mis escapadas y ellas me vigilaban.
Peor fue cuando Danita viajó a Arequipa y ese fin de semana anunciaron el gran ¡Miki González! Ella, ‘mosca’, me advirtió: ‘Chato, si me amas, te vas a tu casa y no vas al concierto de Miki, ya lo veremos otra noche. Júramelo, porque esa Corina anda diciendo por todos lados que te tiene ganas, es una regalona’. La verdad es que Corina era Miss Educación y yo me daba cuenta de que se regalaba como canchita en cebichería. ‘Ya -le dije- te juro que no voy a ir’, mentí. La acompañé al terminal de buses y cuando se fue, canté el tema de Frankie Ruiz: ‘Mi libertad’. Al menos por ese fin de semana.
Mi causa Edwin Zecuela me informó: ‘Una chica te dejó este papel’. Era una nota escueta: ‘Chato, te espero en el salon 3-A, la vamos a pasar de maravillas’. Y la firma era un beso lleno de rouge. No decía nombre, pero yo estaba seguro de que era del mujerón de Corina. Llegué al salón, pero quien me abrió y encerró fue la ¡loca Patty!, una rayada estudiante de psicología que estaba obsesionada conmigo. ‘Chato, esta noche serás mío, no te hagas el sano’. Apagó la luz y se me tiró encima.
María, fui débil a la carne y estuvimos más de una hora hasta que por los parlantes anunciaban que iba a empezar el concierto. Nos despedimos y cometí un grave error: Le dije a la loquita que no se lo diga a nadie, ‘porque nadie te va a creer’. Pero Patty, humillada y fuera de sí, fue de frente donde su pareja, que era el líder del Centro Federado de ultra izquierda, quien tenía fama de matón, y le contó todito lo que habíamos hecho.
Justo cuando el gran Miki tocaba ‘Ponte tu vestido’, el ‘pata’ y su mancha llegaron a mi sitio con pistolita en la mano. ‘¡Chato maldito, te voy a meter un plomazo por mandarte con mi enamorada!’. Te juro que vi la muerte en ese momento, pero ¿quién crees que le aventó un carterazo en la cara al novio despechado e hizo volar la pistola? ¡¡Corina, la futura profesora!! ‘Vamos Chato, huyamos’, gritó. En la avenida, ya a salvo, ella me dijo: ‘En otro momento te diría vamos a un hotel. Ahora ya no estoy segura. Eres un hombre muy complicado. Creo que prefiero seguir con mi novio que es tranquilo, me ama y es recontra fiel’. Nos despedimos con un beso hasta que ella paró el micro moradito para irse a Jesús María y yo me fui echándole maldiciones a la loca Patty”. Pucha, ese Chato tambien tiene sus historias, pero no es tan cochino ni sinvergüenza como Pancholón. Me voy, cuídense.