Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por una sopa seca con carapulcra chinchana y chanchito. Para tomar pidió un emoliente calientito. “María, es increíble que César Acuña, el gobernador de la convulsionada región La Libertad, que está en Estado de emergencia por la delincuencia, haya pedido una licencia de cuarenta días para descansar. ¡Mientras sus paisanos son secuestrados, torturados y asesinados! Y encima dice ‘tengo toda la libertad de descansar’. Leo en redes la avalancha de críticas que recibe el dueño de la Universidad César Vallejo y creo que las merece. Acuña es un multimillonario que vive la vida de los ricos y famosos, con residencia de lujo en España, viajes por todo el mundo y hace poco hasta se compró un auto Bentley que llevó a su región. Esa joyita automotriz está valorizada en 350 mil dólares, alrededor un millón 300 mil soles. ‘Me lo merezco, es un gustito’, dijo y hasta deslizó la idea, medio en broma, medio en serio, de que podría comprarse también una avioneta. Si tiene el dinero y quiere hacerlo, que lo haga, es su derecho.
Así que entiendo que quiera disfrutar de ese estilo de vida, de viajar plácidamente. Pero si eso es lo que desea, para qué se mete en política. Como te decía, La Libertad se desangra y no es una exageración. Solo en la minera formal Poderosa, en Pataz, sanguinarios criminales han asesinado en los últimos dos años a dieciséis trabajadores y volaron al menos catorce torres de alta tensión. Los secuestros están a la orden del día, además de las extorsiones y asaltos. Pero eso no es todo, hasta inicios de este año eran setenta y ocho obras públicas por un valor de cuatro mil millones de soles las que estaban paralizadas en La Libertad. Con tantos problemas, con tanta delincuencia, con tanta pobreza, con tanto por hacer, es hasta inmoral que el gobernador de esa región se vaya cuarenta días a descansar. Los liberteños no se merecen una autoridad así. Necesitan a alguien decidido a trabajar, con espíritu de sacrificio y nobleza, que no pueda ni dormir tranquilo porque sabe que su gente sufre y lo eligieron a él para que resuelva los problemas. Si una autoridad no tiene esa mística de trabajo, entonces mejor que se vaya”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.