
Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un pollito al sillao con su papita sancochada, arroz y ajicito. Para calmar la sed pidió una jarrita con jugo de piña. “María, ayer escribí sobre los robos de celulares y las mafias de reventa que funcionan a vista y paciencia de la Policía en Las Malvinas y las cachinas. Horas después, un joven de 26 años, identificado como Kevin Rojas Lovera, fue asesinado a balazos por delincuentes tras resistirse al robo de su teléfono, en San Juan de Lurigancho.
En las imágenes de las cámaras de seguridad se ve a dos criminales que llegan en moto y asaltan a Kevin. Este intenta defenderse y es acribillado. Al verlo en el suelo le arrebatan el aparato y se van. Estamos seguros de que un rato después los asesinos llegaron a uno de los puestos de receptación de celulares robados y lo vendieron por 200 o 300 soles. Ese es el valor de una vida.
Por eso aún no puedo entender a la gente que compra móviles en Las Malvinas o en lugares similares, sabiendo su procedencia. ¿Dónde está la empatía? ¿Pensarían igual si un hermano o su papá es asesinado para robarle su teléfono? En cualquier país moderno, la Policía y la Fiscalía estarían interviniendo ahorita mismo esos locales de venta de objetos robados, pero aquí nada.
La Municipalidad de Lima, como ofreció en campaña el alcalde Rafael López Aliaga, debería cerrar esos negocios. Basta de impunidad. Un país no funciona así. En pocos años seremos como Haití, donde las pandillas armadas han tomado casi toda esa nación. Allí solo hay la ley de las armas. Es hora de parar esto, que no hayan más muertes. Encierren a todos los hampones en lugares alejados. Que nadie los visite para que no sigan coordinando más fechorías.
El que mata para robar, violar o secuestrar debe ser tratado con dureza. La sociedad necesita protegerse de los malos. ¿Por qué los honestos tenemos que estar asustados y arrinconados? Señora presidenta, señores congresistas, ustedes tienen el poder, las armas, las leyes: ¡acaben con las lacras asesinas y liberen al pueblo de las mafias”. Bien dicho, Gary. Me voy, cuídense.








