
Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un tallarín a la huancaína con un jugoso bistec montado. Para tomar pidió una jarrita de limonada frozen. “María, ayer no salieron a trabajar cientos de choferes en Lima y Callao, cansados de los asesinatos contra transportistas a manos de mafias de la extorsión.
Como informamos, muchos de los homicidios y atentados contra empresarios y conductores provienen de las cárceles, incluso de las llamadas de ‘máxima seguridad’ como Ancón 1 y Challapalca. Allí, cabecillas como ‘El Jorobado’ y ‘Caracol’ pueden comunicarse con sus huestes a través de celulares proporcionados por malos agentes del INPE.
No solo eso, como están prohibidas las antenas repetidoras de señal en la zona circundante a los penales, las mafias han instalado secretamente maquinaria que proporciona señal e Internet a los presos.
Desde allí, manejan las extorsiones, los secuestros y asesinatos. El año pasado, Juan Sánchez Serna, ‘Serrano Chen’, líder de ‘Los Cachacos’, fue sorprendido con un celular imperceptible en el penal El Milagro de Trujillo, desde donde ordenaba atentados.
Hace poco, el Poder Judicial condenó a Gerson Aldair Gálvez Calle, ‘Caracol’, líder de la organización ‘Barrio King’ del Callao, a diez años de prisión efectiva por el delito de posesión indebida de teléfono celular en el penal Sarita Colonia. Abordar el problema de la criminalidad es complejo.
Se necesita atacarlo desde diversos ámbitos, uno de ellos es la corrupción. Otro son las leyes, que debieran castigar con mayor dureza a los cabecillas. También declarar la emergencia nacional o estado de guerra. Todos saben dónde están las antenas de Internet para los presos, pero se necesita una orden judicial y pruebas para entrar a destruirlas.
Igual, los hampones matan a mujeres por un celular que luego venden en Las Malvinas. Allí se ofrecen a vista y paciencia de las autoridades. Debemos cerrar ese lugar, detener a los revendedores y perseguirlos. Ya basta de mano blanda. ¡Estamos en guerra, señores del Gobierno y el Congreso!”. Me voy, cuídense.








