Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por una sopa a la minuta, seco de cabrito con frejoles y, para tomar, refresco de piña. “María, vengo encolerizado y apenado a la vez por lo que le pasó la noche del miércoles a un joven, quien murió asesinado en el interior de una combi porque no le quiso entregar su celular a los ladrones que lo asaltaban, en El Agustino. Ya no se puede estar seguro en ningún lugar. Los hampones no tienen pena de nada. Solo disparan. Lástima que ninguno de los asaltantes pudo ser detenido. Uno de ellos, incluso, escapó por la ventana para no ser detenido por la Policía. Lo más grave es que no es la primera vez que pasa un hecho así. La modalidad de asaltos a combis o micros ya se instaló en el país. El gobierno sabe de esto y parece que no hay un plan para enfrentarlo. Con la aparición de la tecnología en teléfonos, relojes y dispositivos móviles, como tablets o laptops, la gente lleva cosas costosas con ellas.
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