
Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por unas cachemas fritas con arrocito blanco graneado, ensalada de cebolla y tomate y, para tomar, un emoliente calientito. “María, en medio de tantas malas noticias, de extorsionadores que dinamitan buses y bodegas, de sicarios que asesinan sin descanso y de políticos corruptos que solo roban y exprimen al Estado, siempre son noticias alentadoras los logros de nuestros estudiantes.
Tres escolares: Yofran Uchasara, de Lima, Liam Esquivel, de Áncash, ambos de nueve años, y Yamil Tello, de 10 años y de Ayacucho, acaban de conquistar en Canadá medallas de oro en una competencia internacional de matemáticas, para orgullo de nuestro país. Superaron a chicos de países desarrollados que cuentan con todo el apoyo. Nuestros niños y jóvenes son talentosos y lo único que falta para hacer del Perú un país grande es creer más en ellos y darles oportunidades.
Los padres tenemos la responsabilidad de guiar a nuestros hijos con amor, respeto y disciplina. Es nuestra obligación hacer que nuestro hogar sea un oasis de paz y afectos para que los chicos crezcan felices, seguros y sintiéndose amados. Los gobernantes tienen que entender que no avanzaremos si seguimos relegando la educación.
Es una vergüenza que haya colegios que no tienen agua y se caen a pedazos. Y eso no ocurre solo en las provincias más alejadas, también en Lima. Tenemos excelentes maestros, bien preparados y que aman enseñar, que buscan motivar e inspirar día a día a sus alumnos. Esos se merecen todo el respeto y progresivos aumentos de sueldo, pues su labor es fundamental.
Pero también hay malos profesores, ignorantes y flojos, a quienes no les importa que sus alumnos aprendan. También están los ideologizados, y tal vez esos sean los peores, pues siembran la semilla del odio en los niños desde pequeñitos. Por eso los padres debemos supervisar lo que se enseña a nuestros hijos. No los podemos matricular y olvidarnos hasta el próximo año”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.








