Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un lomo saltado de pollo con arroz graneado y rocotito molido. Para tomar pidió una jarrita de limonada fresca. “María, en unas semanas se acabará el año escolar en todo el país. Cientos de miles de colegiales de inicial, primaria y secundaria se irán de vacaciones, en medio de una crisis política que no tiene visos de solución.
Aparte, el país ha entrado en una recesión como no se veía en décadas. Todos los días se escucha de broncas políticas. Casi todos nuestros expresidentes están en la cárcel o procesados por corrupción. Además, hay decenas de alcaldes y gobernadores regionales, así como congresistas, denunciados por ladrones. Con mucha razón, la gente se siente decepcionada de la política y de sus autoridades.
Yo me imagino a los niños en estos momentos. ¿En qué estarán pensando? ¿Creerán que es normal que los políticos roben, pues siguen tan campantes? ¿Ellos pensarán que para conseguir algo es necesario mentir, estafar y robar? ¿Qué ejemplo les estamos dando? Los papás deben tomarse un tiempo para conversar con sus hijos, pues no podemos dejar que los medios masivos les entreguen información para que ellos la procesen a su libre albedrío, sin una guía. Los papás estamos allí para explicarles cómo es el problema. Lo primero que les debemos decir es que no podemos seguir eligiendo a ladrones como autoridades. Y que los rateros pueden ser de derecha, de izquierda o de centro. Que si uno ingresa a la política es para servir y no para servirse.
Nuestros hijos, estoy seguro, son los que van a cambiar para bien este país. Pero desde el colegio, las iglesias, las universidades y la familia debemos empezar por cambiar la mente de nuestros herederos. Hay que enseñarles valores y predicar con el ejemplo. Gran parte de la sociedad, me cuesta decirlo, está corrompida.
Por supuesto no todos son asaltantes o sicarios. Pero la moral está un poco relajada. No somos éticos y personas honestas cuando nos pasamos una luz roja o robamos cable o Netflix. No somos gente con valores si explotamos a un trabajador o hacemos trampa en los exámenes o pagamos coimas. Hace unos meses perdí mi celular en un micro.
Solo me di cuenta cuando bajé en el paradero. Me presté un teléfono para llamar a mi número y una persona contestó. La mujer que la acompañaba gritó: ‘¡cuélgale, cuélgale, es tu suerte!’, y cortó la llamada. Deshonestidad total. Así estamos. Esa misma gente puede llegar a ser congresista, alcalde o ministro. Necesitamos preparar mejor a las nuevas generaciones, ahí está la clave para tener un futuro mejor. Un país grande necesita de mejores hombres y mujeres”. Bien dicho, Gary tiene razón. Me voy, cuídense.
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