Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por unas milanesas de pollo con papas fritas, ensalada fresca, rocotito y, para tomar, una hierbaluisa calientita. “María, la delincuencia sigue avanzando en el país y aunque la Policía, pese a sus limitaciones, hace grandes esfuerzos para combatirla, los actos delictivos aumentan.
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Es sorprendente cómo grupos criminales peruanos y extranjeros llegan a una determinada zona de algún distrito, y así, sin más, comienzan a cobrar cupos a bodegas, ambulantes, mototaxistas, ferreteros, salones de belleza y otros negocios pequeños. Lo hacen con armas de fuego y granadas que detonan a cada momento.
Miles de familias son aterrorizadas por estas lacras que matan sin contemplaciones. Gran cantidad de mototaxistas son asesinados para sembrar el terror y así hacer que todos paguen.
Indignante es el video de extorsionadores, al parecer venezolanos por el dejo al hablar, que van a las lavanderías de Chorrillos y con armas de fuego amenazan matar a los dueños. Y disparan al interior de los negocios. No es posible que los peruanos de bien estén a merced de estas alimañas, que actúan sin piedad.
El problema de la delincuencia se puede comenzar a solucionar de manera rápida si y solo si hay decisión política del Gobierno. Basta que la presidenta Dina Boluarte decida construir grandes cárceles de máxima seguridad en la puna para meter ahí a los peores delincuentes.
Además, debe liderar una cruzada para que el Ministerio Público y el Poder Judicial no suelten a los criminales atrapados en flagrancia. A los delincuentes extranjeros, que son los más sanguinarios, deben darles penas mucho más duras, para que dejen de venir. A la Policía debe dotársele de más recursos, mejorar sueldos, capacitarlos y sacar a los corruptos. El Gobierno no puede seguir tan tranquilo ante el gravísimo problema de la inseguridad ciudadana, que cada día mata a peruanos y causa atraso al país”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.