Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por su rico mondonguito a la italiana con arroz blanco graneadito y su rocotito molido. Para calmar la sed, se pidió una jarrita con agua de hierbaluisa heladita.
“María, ayer tempranito ‘El Sonámbulo’ estaba preparando su charla con videos de un tema de actualidad para sus alumnos: Los asaltos a bancos. El legendario periodista de Policiales, que tiene varias décadas cubriendo las crónicas rojas, me hizo una confesión:
‘Gary, durante mi carrera periodística he conocido a decenas de alféreces novatos que llegaron a ser generales de la Policía Nacional y hasta ministros del Interior. Ellos siempre me daban los mejores datos. Pero esta nueva ola de asaltos a bancos, que duran un par de minutos, no son nada comparados con los robos que se daban en los años setenta, en pleno gobierno militar. Eran las épocas de los ‘saltimbanquis’, bandas especializadas en robar agencias bancarias.
Pero ellos no tenían la modalidad del ‘cajoneo’, la forma más rápida. No. Por ejemplo, a inicios de los ochenta ‘Django’ y la ‘Chica Dinamita’, su guapa pareja, ingresaban a la agencia bancaria y ella encendía un cartucho de dinamita y le ordenaba al administrador: ¡¡O abres la bóveda de seguridad o volamos todos, con...!!
Mi hermano, el famoso capitán de la recordada Policía de Investigaciones del Perú (PIP), Jorge Germán, me contaba, mientras trotábamos por la playa ‘La Encantada’: ‘En mis tiempos, en el escuadrón especializado de Surquillo, capturamos a la banda de ‘Caman Baby’, a la ‘Banda de la Metralleta’, con ‘Alias La Gringa’, que luego fue el personaje de un filme novedoso, protagonizado por el gran Germán Gonzales, Elsa Olivero y el recordado Enrique Victoria’. Esos delincuentes arriesgaban el pellejo, porque el gobierno militar mandaba al paredón a un robabancos que mataba a un efectivo. A la policía se la respetaba.
Pero los ‘saltimbanquis’ eran avezados, utilizaban metralletas, mismo ‘Dillinger’ de los años treinta en Estados Unidos. Hoy los asaltantes de bancos escogen agencias donde no hay policías, sino solo vigilantes enanos a los que reducen a punta de ‘cachazos’ y luego saquean las ventanillas. No les importa la bóveda, solo se van al sencillo, que se lo van a gastar en mujeres, alcohol y drogas. No planifican sus ‘golpes’, abandonan vehículos y huyen a pie y al final o caen detenidos o mueren en su ley”. Pucha, me voy preocupada. Cuídense.