Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un ají de gallina con papas amarillas, servido con arroz blanco graneadito, aceitunas negras, un huevo duro, lechuga y, para la sed, una jarrita de manzanilla al tiempo. “María, una verdadera catástrofe ambiental, sin precedentes por su magnitud, es el gigantesco incendio que avanza velozmente y consume más de 500 mil hectáreas de bosques, cultivos y pastizales en la Amazonía de Brasil.
La selva de esta parte del mundo es el principal ecosistema para mitigar el calentamiento global y, como si fuera poco, es la cuenca hídrica más grande del mundo, por lo que es una de las zonas de mayor biodiversidad del planeta, el lugar donde viven millones de animales de todas las especies y miles de comunidades indígenas.
En la Amazonía se produce más del 20 por ciento del oxígeno del orbe y se calcula que, al final de esta tragedia, más del 15 por ciento de los bosques habrá terminado en cenizas. Según el Programa de Quemas del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil (INPE), en los primeros ocho meses de este año fueron registrados cerca de ¡¡73 mil incendios!! Una barbaridad por el número y por el daño a la naturaleza.
La pregunta es ¿por qué tanto fuego? Aunque algunas autoridades brasileñas han señalado que es por el intenso calor, los expertos no dudan en asegurar que se trata de quemas voluntarias, realizadas por personas que quieren arrasar la selva para minería y agricultura, dos actividades altamente promovidas por el presidente ultraderechista de Brasil, Jair Bolsonaro.
Un influyente líder de la comunidad indígena de ese país, Ailton Krenak, señaló que el referido mandatario ‘ha enloquecido’ por su desesperación de volver legal la minería artesanal en el Amazonas. Las políticas de dicho gobierno han hecho que se congelen los fondos que Alemania y Noruega destinan para proteger el gigantesco pulmón verde del planeta. Bolsonaro se defiende y, a su vez, insinuó que la culpa es de las ONG ambientalistas para ‘llamar la atención’, sin especificar ninguna ni dar alguna prueba.
Sus afirmaciones han provocado una lluvia de críticas para él a nivel nacional e internacional. Mientras tanto, el fuego sigue sin parar ya tres semanas, destruyendo vida vegetal y animal. Las inmensas nubes de humo ya se pueden ver desde el espacio. Es tal la magnitud del desastre que el último lunes, Sao Paulo oscureció a las 4 de la tarde, debido a una corriente de aire frío cargada de cenizas proveniente de Paraguay, hasta donde llegan los incendios.
En la selva de Madre de Dios, en nuestro país, ya se respira el humo y cualquier cosa podría ocurrir. Lo que está sucediendo es un crimen contra la humanidad y los responsables deberían pagarlo”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.