Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un seco de cabrito con frejoles, arrocito, ensalada criolla y rocoto molido. Para tomar pidió una jarrita de emoliente al tiempo. “María, nunca me cansaré de decir que los niños de todo el mundo merecen vivir su infancia en un ambiente lleno de amor, paz y buenos cuidados. Esa etapa de la vida es importante para todos los seres humanos, pues es ahí donde adquirimos nuestra personalidad, madurez y seguridad, que luego nos servirá en la juventud y etapa adulta. Un menor criado en un ambiente malsano, disfuncional o lleno de problemas, será alguien inseguro, tímido, apocado y con muchos temores que le impedirán sobresalir en la vida.
En la mayoría de los casos, la naturaleza es sabia. Ordenó que todos los niños que vengan al mundo deben tener a su padre y madre al lado para que los cuiden y enseñen cómo es el mundo. Claro está que en esta época moderna, por factores como accidentes, enfermedades o infidelidades, miles de infantes son abandonados por sus padres o madres y se ven obligados a crecer sin uno de ellos. Pero no es lo normal. Tanto no lo es, que la Constitución Politica, que recoge cómo es nuestra cultura, le da importancia gravitante a la familia. Otro asunto en que debemos incidir es que nuestros hijos nos ven a los padres como ejemplos de vida. Por eso lo importante que es ser ante ellos unas buenas personas, solidarias, honradas, trabajadoras e íntegras en un sentido más amplio. Y, sobre todo, debemos estar siempre ahí, a su lado. Que cuando busquen respuestas o consejos, no los encuentren en la calle, con malos amigos. Papá o mamá no solo es el que provee, alimenta o viste a los hijos. Es más. Es el que guía, transmite valores y formas de vida. No se olviden de eso. Los hijos no deben ser un accidente. Deben ser deseados y planificados en lo posible.
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