Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por su seco con frejoles, sopa de verduras y, para tomar, una limonada fresquecita. “María, durante los dos años de pandemia, en que los niños estuvieron recluidos en sus casas para evitar que se contagien de coronavirus, algunos adquirieron un vicio pernicioso: la adicción a los videojuegos.
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Es que al no poder salir a jugar a la calle y para mantenerlos ocupados, los papás, erróneamente, les compraron consolas de videojuegos o los suscribieron a juegos en línea, sin saber que estaban haciendo entrar al demonio a casa, porque además no los controlaban. Según los especialistas, la adicción a los videojuegos es una enfermedad que provoca en el paciente la necesidad incontrolable de jugar de forma compulsiva juegos electrónicos. Este es incapaz de controlar sus ganas y su deseo le lleva a hacerlo irremediablemente durante un gran número de horas. A pesar de que resulta evidente, en muchos casos el paciente no reconoce su adicción.
Las familias de los afectados por este trastorno se alarman al ver que esta obsesión conlleva serios problemas en su calidad de vida. Principalmente los afectados suelen ser jóvenes varones o niños. A pesar de que antaño no estaba bien visto socialmente, hoy en día el ámbito gamer o de los videojuegos se ha profesionalizado mucho con la creación de campeonatos del mundo de determinados videojuegos. Estos torneos son conocidos como eSports. Que se entienda bien: No está mal que los chicos jueguen, pero deben hacerlo respetando horarios y no necesariamente todos los días. Antes, deben realizar los quehaceres del hogar, las tareas y otras actividades. Solo después, durante algunos minutos, jugar.
Hace poco, el sector salud incluyó a los adictos a los videojuegos en la lista de desórdenes mentales. Los padres debemos estar atentos para notar si hay cambios en el comportamiento de nuestros hijos. Solo así podremos corregir a tiempo este u otros desórdenes que pueden afectar su rendimiento académico y hasta su salud. Aquí les pasamos algunas señales de cómo saber si son adictos:
- Aislamiento social. No quieren salir a jugar o verse con sus amigos. Tampoco hablan con los padres.
- Empeoramiento del rendimiento académico. Al pasar muchas horas en los juegos, descuidan sus tareas.
- Pérdida de la noción del tiempo. Pueden pasarse horas y no dormir con tal de seguir jugando.
- Dolores óseos o articulares. Estar varias horas en una misma posición afecta las articulaciones.
- Ira desmesurada. Si se les impide jugar, explotan”. Mi amigo tiene razón. Debemos vigilar a nuestros niños. Me voy, cuídense.
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