
Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un tacu tacu con lomo saltado y salsa criolla. Para tomar pidió una jarrita con hierbaluisa tibiecita. “María, desde esta columna siempre he lamentado que la Policía haya perdido autoridad ante el avance de la delincuencia en el país. Y como un ejemplo de ello, el otro día vi con vergüenza ajena cómo dos delincuentes colombianos amenazaban, se burlaban y atacaban con cuchillos a un grupo de policías, que nunca hicieron uso de sus armas.
Hay dos agentes heridos que pudieron morir acuchillados. Los extranjeros Julián Cely Alonso (31) y Diber Farfán Calderón (35) habían robado el celular a un peatón, en Surquillo. En el colmo de la desfachatez, uno de ellos se subió a un patrullero e intentó llevárselo. Si los agentes les disparaban en las piernas estaba justificado, pues sus vidas corrieron serio peligro. La Policía tiene el monopolio de la violencia en el país y ante una amenaza tan grave, los efectivos deben usar sus armas de reglamento.
¿Qué pasa? ¿Será que esos agentes no han sido bien preparados? ¿O tienen miedo de que un fiscal los procese durante años buscando meterlos presos? En cualquier otro país, esos colombianos estarían muertos por un hecho así. Para que se empiece a desterrar el hampa en el Perú, lo primero que debe pasar es que los hampones respeten y teman al policía.
¿Qué le han hecho a nuestros agentes esos jueces y fiscales ideologizados, que consideran que los hampones están al nivel de los agentes? Muchos jueces y fiscales se ponen del lado de los criminales y atacan a los policías que cumplen su deber. Por eso los delincuentes se ríen.
La justicia debe ser ciega, pero no estúpida. Es más, un ciudadano asaltado que se defiende de un maleante y lo mata corre riesgo de ir a la cárcel. Es el mundo al revés. Los congresistas, en lugar de defender sus intereses, deben sacar leyes que den más garantías a quienes enfrentan a los delincuentes. Los jueces y fiscales que apañan a asesinos deben irse a su casa. Necesitamos magistrados que protejan a los ciudadanos decentes”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.








