El Chato Matta se está preparando para la llegada del 2020 con una dieta especial. Nada de ají ni trago. Hace una semana está limpiecito. Pollito al vapor, caldito con papita amarilla y al ‘sobre’ temprano, pero Pancholón es ‘el diablo’, la tentación. “María, el gran abogado organizó una reunión el jueves para celebrar por adelantado la llegada del Año Nuevo. En Navidad, el maestro se puso melancólico, pero ya se le pasó. El olor a perfume ‘pachuli’ y colorete bamba le levanta el ánimo.
En estas fechas no solo recuerda sus grandes faenas, sino también sus derrotas, porque un verdadero mujeriego siempre gana y pierde en la calle. Se puso serio, tomó un vaso grande de ron bien cargado y abrió su corazón... De fondo se escuchaba un clásico tema de Manolito y su Trabuco. ‘... Te dejo libre de hoy en adelante/ aunque enloquezca en el intento de olvidarte./ Estoy de más en este mundo y soy un perro vagabundo/ y encontraré en la vida alguien que me ame./ Te dejo libre ya de mi presencia/ llevo en el alma la amargura y la tristeza/ de haber amado sin medida a un maniquí de fantasía / sin corazón, sin alma igual que una piedraaaaaa’.
‘Chatito -me dijo-, tú eres mi hermano. Una vez me mandaron a una psicóloga para ‘curar’ mi adicción al sexo. La doctora tenía un cuerpo hermoso. Fue una de las pocas mujeres a quien deseaba llevarla a la cama y no pude. Ella fue muy sincera. ‘Panchito, recuerda que tú eres mi paciente. Si nos acostamos, ya no me verás como una psicóloga ni me respetarás. Llegarás y querrás hacerme el amor en el mueble’.
Chato, la doctora tenía razón. Recuerdo que todos los fines de año me encerraba horas antes de Año Nuevo con una de mis trampitas. Una noche toqué fondo. Ese Año Nuevo jamás lo voy a olvidar. Quedé con Marita a las 7:30, en La Posada. ‘Lleva tu tanguita amarilla y uvitas’, le pedí. Yo llevé un champán bien caro.
‘Cierra los ojos, tigre’, me ordenó. En ese momento, sentí que me esposaban. ‘Pancho, ahora sí cumpliré mi sueño. ¿Tú crees que me sentía feliz de que me hagas el amor antes de las doce y te fueras corriendo donde tu mujercita? No sabes el dolor que me causabas, pero nunca dije nada. Pero ya me cansé de ser la otra. ¡¡Pasarás el Año Nuevo conmigo!!’. Nooooooo.
Chato, la loca me desnudó todito. Me sentía mareado. Mi celular timbraba una y otra vez. Era mi señora. Marita fue tan sádica que contestó y puso el altavoz. ‘¿Sabes quién soy? El verdadero amor de tu marido. Pancho es mío. A ti no te ama. Está contigo por pena’.
Yo estaba con una venda en la boca y ella murmuraba ‘Ah, ah, ah... ¡Feliz año, perdedora!’. Encima, a las dos horas se fue, después de arañarme y dejarme el cuello y pecho moreteado. Chato, te juro que llegué a mi casa y mi mujer ya no estaba. Por esos les digo, muchachos: En Navidad, Año Nuevo y otras fechas importantes, olvídense de las caminantes, mejor es quedarse en casita’”. Pucha, ese señor Pancholón se merece lo que le pasa por sinvergüenza. Ni siquiera por fin de año deja de ser un cochino. Me voy, cuídense