Mi amigo, el fotógrafo Gary, me cuenta por teléfono que han disminuido los asaltos, robos, asesinatos y otros delitos desde la declaratoria del ‘Estado de emergencia’, debido a la presencia de militares en las calles. “María, aunque mucha gente ya no soporta la cuarentena, se alegran porque se sienten más seguros. Por eso aplauden a policías y militares. La gran mayoría pide que, una vez que pase el ‘Estado de emergencia’, los soldados del Ejército, de la Fuerza Aérea y de la Marina continúen en las calles.
Es un clamor general, pues todos queremos que nuestros hijos regresen a casa sanos y salvos del trabajo, del colegio o la universidad. Esa seguridad que hoy sentimos, de estar en casa casi sin temor de sufrir un robo, un crimen, es un sentimiento nuevo para los peruanos, que nos acostumbramos a vivir en zozobra, con el temor permanente de ser baleados por un celular, un par de zapatillas o unos cuantos soles.
El temor que algunos expresaban, en el sentido de que los militares no están preparados para lidiar con civiles y que por eso podían cometer excesos sangrientos, pierde peso ante los hechos de las últimas semanas. Prácticamente no se han registrado denuncias de civiles por el uso de la fuerza de los efectivos de las Fuerzas Armadas. Las veces que los soldados me han pedido documentos, se han mostrado bastante amables.
Los críticos dirán que será distinto cuando deban enfrentarse a delincuentes, cuando hagan uso de la fuerza y de sus armas de fuego. Efectivamente, es de esperar que, ante un hecho criminal, un militar actúe con más violencia, dada la naturaleza de su preparación, pues está formado para imponerse en una guerra donde la lucha es a muerte.
Sin embargo, dada la mayor seguridad que evidentemente hay en el último mes, el Gobierno debería considerar seriamente mantener a los militares cuidando el orden público. No olvidemos que antes de la declaratoria de la cuarentena, la delincuencia tenía al país arrinconado, matando a sangre fría, extorsionando a pequeños y grandes empresarios, a dueños de bodegas, ferreterías o boticas de barrio, pues hace tiempo superaron la capacidad de nuestra Policía, mal armada, con escaso número de efectivos y poco motivada por las difíciles condiciones en que debe cumplir su misión.
Estoy convencido que nuestros profesionales de las Fuerzas Armadas y de la Policía tienen la suficiente capacidad para desarrollar las estrategias necesarias para asegurar el concurso positivo de nuestros militares en la guerra contra los delincuentes. Es tiempo de tomar medidas nuevas, aunque se consideren arriesgadas, para derrotar a la inseguridad ciudadana, pues todas las anteriores fracasaron”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.