El Chato Matta llegó al restaurante por sus tallarines verdes con papita amarilla, bastante queso rayado y su churrasco a la inglesa encima. Para tomar, una jarrita con agua de cocona heladita. “María, cada vez que se acercan las fiestas de fin de año vuelven a aparecer mujeres que en algún momento tuvieron algo en mi vida. Algunas fueron historias de antología, pero también tristes. Fue lo que me sucedió con Judith. Ella era bonita, canelita, espigada y de rostro delicado. Pero había algo extraño en ella. Era solitaria. Si alguien le lanzaba un piropo, lo miraba con cara fulminante. Yo la veía de reojo, pero cuando una vez el faltoso de Coco le hizo una broma pesada, lo paré de cabeza: ‘Chucky, pide disculpas’. Ella se fue dignamente.
Días después, en el paradero se me plantó con un helado para dármelo. ‘Chato, gracias, refresca tu alma buena’, dijo dando media vuelta y se fue. Me quedé pensando ‘¿me había sonreído?’. Y esa chica así nomás no se reía con nadie. Fue así que empecé a acompañarla a su paradero, le contaba cosas de mi barrio, de mis patas, la hacía reír cuando nos íbamos a pasear a la Alameda de los Descalzos.
Allí nos besamos. Yo me sentía enamorado. Pero había un problema. En ese tiempo, antes de conocer a Judith, tenía un romance con Rochi de Zárate, una cuerpona que había sido finalista en la ‘Peña Valentina’. ‘Chato -me había amenazado- ni se te ocurra sacarme la vuelta. No sabes lo que le haría a esa robanovios’. No la tomé en serio, ella andaba en otros ‘points’ y nunca iba a buscarme a mi barrio. Pero no sabía que el ‘Chucky’ le iba a ir a Rochi con el cuento de que andaba con Judith.
Y lo peor es que todo sucedió dos días después de que con ella nos fuimos por primera vez a un hotel y le canté ese gran tema de Hildemaro: ‘Amanecí contigo, tómame de la mano, deja volar tus sueños de corazón atado/y amanecí contigo, somos enamorados que entran en otro mundo besándose en los labios’. Habíamos decidido mantener nuestro idilio en secreto, justamente para evitar lo que después, lamentablemente, sucedió.
Rochi, con su primo y otros pirañas de la zona de ‘Montenegro’, emboscaron a Judith. La idea era robarle sus cosas y asustarla, diciéndole ‘si sigues con el ‘Chato’, te haremos algo peor’. Pero Judith se tocó de nervios y quiso cruzar la pista muerta de miedo, pero pasó un bus y la tumbó. Fue un milagro que no perdiera la vida, pero según los médicos, se iba a quedar paralítica.
El papá de Judith no me dejó verla en la clínica, pese a que su hermana me contó que me reclamaba. Después de muchos chequeos, unos doctores le dieron esperanzas de que se podía curar en Canadá. Judith se fue y perdí todo contacto con ella. ¡Cómo son las cosas! Han pasado tantos años y me escribió en el ‘Face’, no sé cómo me encontró
. Le he visto por fotos y gracias a Dios no quedó mal y está muy guapa. Así es el destino, mientras Judith está muy bien en Canadá, Rochi, la culpable del accidente por despechada, anda de malas con un borracho y pegalón que no vale la pena. El que la hace, la paga, María”. Pucha, ese Chato también tiene sus historias. Me voy, cuídense.