Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un tiradito de pescado al olivo y una jalea de mariscos con rocotito y una limonada frozen. “María, hoy es Sábado Santo, antes llamado Sábado de Gloria. Para la Iglesia Católica es un día de luto por la muerte de Jesús, y de espera por su resurrección. Por ello, no se celebran matrimonios. Tampoco misa alguna. Se conmemora, además, la Soledad de María, la Santa Madre de Jesús, a quien vio padecer en el Vía Crucis y morir en la cruz. Para los cristianos, que son la inmensa mayoría en nuestro país, es un día de silencio, de meditación. Es el día puente entre la Muerte del Señor y su Resurrección, que acontece mañana en el Domingo de Pascua. Estas celebraciones religiosas deberían ser meditadas por padres e hijos, pues encierran ejemplares enseñanzas que deberían ser seguidas por todos, así no crean en Dios. Por ejemplo:
Las familias pueden conversar acerca del sufrimiento de Jesús en la cruz. Del sacrificio de su vida por amor a las personas. ¿Cuánto estamos nosotros dispuestos a hacer por los seres que amamos, por el prójimo que necesita ayuda, por el hambriento, por el enfermo, por los hijos, por nuestros padres, por la pareja?
También pueden dialogar acerca del padecimiento de María, quien tuvo que ver cómo su Hijo era humillado y martirizado públicamente hasta la muerte. Hay que intentar ponerse en los zapatos del que sufre, para entender su dolor, no ser indiferentes y darle consuelo.
El Jueves Santo, el papa Francisco lavó los pies de once inmigrantes, entre los cuales había musulmanes, coptos, hindúes y católicos. Su enseñanza es la humildad y el respeto hacia todos los demás, así sean distintos. ‘Somos diferentes, tenemos diversas culturas y religiones, pero somos hermanos y queremos vivir en paz’, dijo el Sumo Pontífice, evocando los atentados en Bruselas en los que murieron más de 30 personas por culpa del fanatismo y del odio. Hay que aprender a vivir como verdaderos hermanos.
Hay que remarcarles a los hijos la importancia de la paz. Debe quedarles claro que la violencia solo engendra violencia y más dolor, y a nada bueno conduce.
También deben valorar la importancia de la unidad familiar.
Hay que reflexionar sobre los actos buenos que hacemos y arrepentirnos por todo lo malo, con la firme decisión de mejorar.
También es tiempo de perdonar las ofensas y esforzarse por vivir en paz, sin rencor”.
Gary tiene razón. Me voy, cuídense.