Este Búho pasó un Viernes Santo distinto. Tranquilo, en casa. El jueves me fui a dormir con el sabor amargo del empate con Venezuela. Pero mejor no hablo de fútbol porque Dios me puede castigar en este Sábado de Gloria. Solo me llama la atención cómo cambian los tiempos. Este columnista se ve en la necesidad de ingresar al túnel del tiempo. En los únicos canales de TV de la época (4, 5 y 7) pasaban al unísono el ‘Sermón de las tres horas’. El almuerzo sí me vacilaba, porque me encantaba el picante de bacalao con papa amarilla, cebollita y pimientos con arroz blanco. Las radios solo pasaban música instrumental y de iglesia (música sacra). Nada de cumbias, salsa o rock. Nuestra única distracción era esperar las 4 de la tarde para ir al cine y ver películas de . Pero, bueno, aquí les presento los filmes que me impactaron en mi niñez.

BEN-HUR: La mejor de todas. La historia del príncipe de Judea, Judá Ben-Hur (Charlton Heston) barrió con los Oscar de la época (11 estatuillas en 1959). Roma mantenía dominada la región y había descontento entre los judíos. El jefe militar enviado de Roma, Messala (Stephen Boyd), es amigo de infancia de Ben-Hur y este ve en él una posibilidad de que Roma ablande su férrea dominación. Como Ben-Hur se niega a delatar a los judíos enemigos del imperio, Messala rompe la amistad. Pero el infortunio comienza para el protagonista y su hermana cuando esta hace caer casualmente desde la azotea de su casa una teja sobre nuevo gobernador cuando pasaba con su comitiva. Messala manda a la cárcel a la madre y hermana de Ben-Hur, pero a él lo envía de esclavo a remar en las galeras. Al ser trasladado, Ben-Hur se topa con Jesús, quien le dará agua. Durante una batalla en alta mar, salva la vida al primer cónsul de Roma que, agradecido, lo adopta como su hijo. Regresa a Judea y se encuentra con un terrible cuadro. Su madre y hermana se contagiaron de lepra en la cárcel y viven en el valle de los leprosos. Consuma su venganza contra Messala en una inolvidable carrera en el circo romano. Después asiste a la crucifixión de Jesús, quien le concede un milagro ¡¡su madre y hermana sanan de la lepra!! La gente salía llorando del cine.

LOS DIEZ MANDAMIENTOS: Charlton Heston haciendo de Moisés. Después de ese filme, sería el actor preferido de Hollywood para encarnar personajes bíblicos como ‘Ben-Hur’ en 1959. Producida y dirigida por Cecil B. De Mille en 1956, fue una película que nos impactó por sus efectos especiales. Nunca olvidaré cuando los egipcios perseguían a Moisés y su pueblo que quedaron acorralados ante el Mar Rojo. Fue cuando se vio una de las escenas más impactantes en la historia del cine. Moisés alza los brazos, el mar se abre y los cristianos caminan entre paredes de agua salada. Fueron minutos interminables. Cuando pasa el último creyente y empiezan a llegar los carruajes egipcios, Moisés ordena que las aguas vuelvan a su lugar y las legiones de Ramsés II (Yul Brynner) perecen ahogadas. Filmada en Cinemascope, los colores deslumbraban a niños que solo veíamos televisión en blanco y negro. También recuerdo cuando Moisés se va solo al monte Sinaí y se queda 40 días y 40 noches y sus seguidores, inducidos por ‘Datán’, un siniestro mercader encarnado por el gran Edward G. Robinson, se dedican a hacer orgías y a construir un becerro de oro. Un clásico que nunca pasará de moda.

ESPARTACO: Una de la primeras donde vi que el héroe no se queda con la bella esposa o novia, sino que termina horriblemente crucificado. Después, en la universidad, supe que fue el gran Stanley Kubrick (director de ‘La naranja mecánica’), quien dirigió jovencito esta cinta. El inacabable Kirk Douglas decidió producir e interpretar la historia de un esclavo que inició una rebelión contra el Imperio Romano y estuvo a punto de derribarlo. Recuerdo que uno de los lugartenientes de Espartaco, Antonino, era un jovencito Tony Curtis. La bellísima Jean Simmons era Varinia, la esclava de la que se enamora perdidamente el patricio Marcus Licinius Crassus (Laurence Olivier). Al final, cuando Espartaco tiene todo para derrotar a los romanos, fue traicionado por los piratas, no sin antes ver cómo los cristianos iban cantando felices para ser devorados por los leones en el coliseo. El gladiador también morirá, pero con la satisfacción de que su mujer y su hijo, que ella lleva en el vientre, serán libres. Un peliculón. Apago el televisor.

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